jueves, 5 de noviembre de 2015

FLEMÁTICO



El FLEMÁTICO no es muy fácil de identificar, pues es un temperamento que, debido a su manera tan peculiar de ser, pasa a veces inadvertido entre los demás. No es extrovertido, como el sanguíneo; tampoco tan cariñoso, como el melancólico; ni agresivo o impulsivo, como el colérico.

El flemático posee un temperamento pasivo, que podría considerarse un tanto neutral, entre los demás; representando un punto balanceado de los anteriores, por lo que suele ser una persona muy equilibrada.

Este temperamento es un poco difícil de comprender y vive su propio mundo independiente, sin importarle mucho con los demás. Tampoco se preocupa por sobresalir; más bien, evita hacerlo. Él solo cumple lo suyo y se conforma con ello. Después que sienta que lo haya hecho bien, eso es suficiente para él y no le importa más nada. En la antigüedad se les llamó así pensando que en éstos la flema era el componente predominante de los humores de su cuerpo.

A simple vista, un flemático no nos parecerá una persona muy interesante que digamos. Su carácter introvertido, más bien tímido y un tanto retraído y apocado, muchas veces es mal interpretado; siendo éstos mal etiquetados y relegados.

La gente puede llegar a considerarlos como indiferentes, amargados e incluso, presumidos; sin que necesariamente eso sea cierto.

Quizás sea el flemático quien mejor se amolda a congeniar con los otros temperamentos; claro está, siempre y cuando los demás le den su lugar y le acepten y respeten tal como es. 

A veces, pareciera que a ellos les hace felices ser así, casi como ermitaños. En realidad, los flemáticos han aprendido a disfrutar del convivir consigo mismos. Para ellos, estar solos, no significa necesariamente sentirse solitarios, pues se ocupan y entretienen en actividades que pueden desarrollar sin la compañía de otros.

Es que no suele ser el flemático quien dé el primer paso para acercarse a los demás. Aunque, cuando se acercan a él, suele mostrarse receptivo.

Todo lo anterior puede ser contrarrestado concediéndoles un poco de sincero aprecio, interés y atención; ya que de por sí mismo, el flemático no se animará a integrarse a un grupo, a menos que se le invite y muy insistentemente a hacerlo. Y no es porque les guste hacerse de rogar, sino porque necesitan ser estimulados a participar, siendo que se les hace difícil socializar.

Más bien, es sumamente reservado, inexpresivo y hasta un tanto apático y de poco ánimo. Otra razón más que les dificulta relacionarse con las demás personas. A la vez, son bastante selectivos acerca de las personas con las cuales se relacionan íntimamente.

A un flemático casi nunca le veremos enojado; es muy difícil exasperarlo y hacerle perder los estribos. Cuando un flemático "explota" si es que llega a hacerlo es porque ya fue demasiado para él y seguramente, para cualquiera.

Ello les hace pensar demasiado y vacilar antes de tomar una decisión; y aún después de tomarla, quedan dudosos de que esa haya sido la mejor elección.

Es difícil enrolar a un flemático en una causa que él no considere apropiada. Y si llega a simpatizar con dicha causa, no siempre mostrará entusiasmo por respaldarla. Por otro lado, los flemáticos no son movidos fácilmente de sus convicciones personales, debido a que son sumamente analíticos y todo lo cuestionan dentro de sí.

Les cuesta mucho terminar lo que empiezan. A veces pueden tener todas las intenciones del mundo de lograr un objetivo, pero carecen de la fuerza de voluntad y entereza para llevarlo hasta su fin. Cuando miran retrospectívamente se dan cuenta de que tienen muchos proyectos a la vez, pero todos trabajados solo hasta medio camino. Por eso, los flemáticos necesitan mucho estímulo e insistencia para llegar a culminar lo que emprenden.

En ocasiones, sorprenden a los demás, pues aunque habitualmente son lentos para reaccionar, hay momentos en que demuestran tener “sangre fría” y actúan hábilmente, de acuerdo a lo necesario en determinada situación. Pero esto lo harán solo y si realmente es estrictamente necesario y no hay nadie más que tome el control de una situación. Pero si luego de la crisis, se levanta otra persona para retomar la dirección, el flemático se apartará discretamente a un lado y seguirá con su estilo de “invisibilidad” y "neutralidad".

Es que cuando otros temperamentos se desmoronan, el flemático se mantiene firme y puede tomar la dirección de una situación, pues tiene la capacidad de mantener el control en condiciones extremas y prolongadas. Y esto, porque es muy paciente, analítico y centrado; además de que no se deja llevar fácilmente por sus emociones. Nunca se afanará por disputar una posición de mando. Si otro toma el control, al flemático no le molesta; más bien, así lo prefiere.

Como él mismo necesita ser estimulado y a veces, dirigido, le cuesta un poco ser guía e inspiración de otros. Aún así, su mente centrada y su carácter, nada impulsivo, lo ayuda en la elección de alternativas, aunque tarde un poco en la toma de decisiones.

El problema es que como no actúa con prontitud y decisión, el grupo que lidera no sentirá que tiene un cabecilla que sepa dirigirlos. Entonces, sus subordinados marcharán en desorden, sin rumbo claro ni objetivos específicos. Peor aún, si el flemático se descuida, se levantará alguien de allí mismo que quiera auto instituirse como líder en su lugar. En posiciones de liderazgo el flemático no se afectará mucho por el “qué dirán” de lo que haga, pues no le importa mucho lo que piensen los demás.

Aunque los flemáticos evitan la confrontación de tener que hablar en público, y pese a que no son muy dados a conversar tan aménamente, que digamos, generalmente tienen habilidad verbal para disertar y para hacerse entender. Mostrarán facilidad de palabra cuando se trata de argumentar y litigar, si es que se les hace necesario; apoyándose en la razón y el buen juicio. Como son buenos para escuchar y analizar, así como nada prontos para hablar, escrutan primero la situación que está frente a sus ojos, para solo entonces responder con toda la lógica debida al caso.

Como cantante, tendría que dar la cara frente y tratar con un público cosa que evitará a toda costa. Mas, como músico, puede un poco “esconderse tras bastidores”.

Aún así, hay excelentes cantantes y ministros de alabanza que son predominantemente flemáticos, solo que generalmente éstos tienen como temperamento secundario un temperamento más extrovertido, como el sanguíneo. O también aquellos que son secundariamente coléricos, compensan con este último temperamento la pasividad innata de los flemáticos. Y qué decir de los flemáticos con temperamento secundariamente melancólico: en éstos, la sensibilidad y expresividad propia de los melancólicos los hace salir un poco de su "caparazón" y les permite ministrar bellamente en la adoración a Dios.

El flemático también tiene otros puntos buenos. Al contrario del melancólico que es demasiado sensible y todo se lo toma a pecho, los flemáticos, al ser personas apáticas, no se afectan tan profundamente por las circunstancias, pues todo “se les resbala”. Esto los libra de muchos complejos y sinsabores. Además, como diferencia diametral con el colérico, los flemáticos son sumamente pacientes y no se enojan con facilidad. Al ser más centrados y no perder fácilmente el control, pueden tomar decisiones de una manera más sensata, sabia y objetiva; aunque su carácter indeciso les hace pensar demasiado y tardar en inclinarse finalmente por una determinación.

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