jueves, 18 de junio de 2015

QUEMA DEL AÑO VIEJO



AÑO VIEJO es un monigote que representa básicamente el año que termina, elaborado con ropa vieja, cartón o papel, relleno de paja o aserrín y con frecuencia con artefactos pirotécnicos, para ser quemado a la medianoche del 31 de diciembre en un gran número de países latinoamericanos, desde México hasta Uruguay aunque la costumbre está más arraigada desde el punto de vista popular en Ecuador y en algunas regiones de Colombia y Venezuela, así como también en el sur de México.

El ritual se debe distinguir de la Fiesta del Judas que a pesar de tener características similares tiene distintas connotaciones y se celebra en algunas regiones de España y de América latina, al inicio de la semana de pascua o en el domingo de resurrección.

Igualmente el año viejo se debe distinguir de las efigies que se incineran en protestas políticas, aunque también suelen representar personajes concretos o símbolos de organizaciones y países objetos del rechazo, porque se realizan en cualquier época del año y sin los elementos rituales del 31 de diciembre.

La elaboración, exhibición estática o procesional y culminación con quema del Año viejo, en medio de una fiesta cargada de símbolos, hace parte de las celebraciones de fin de año o noche vieja.

Los muñecos que se elaboran en familia, grupos de amigos o vecinos y se exhiben en los barrios y fuera del concurso que algunas autoridades regionales organizan, generalmente representan en forma no específica a un anciano con pelo canoso y arrugas, con expresión triste o lastimera si la máscara es muy elaborada.

Los muñecos que se elaboran para los desfiles y concursos locales suelen representar de manera caricaturesca los acontecimientos significativos o identidades reales o más específicas, sobre todo negativos relacionados con la política, la farándula, el deporte y en general personajes famosos populares, notorios en la localidad o región durante del año transcurrido, y precisamente el acierto y humor en esa representación son los factores que los jurados de los concursos tienen más en cuenta para premiar el mejor trabajo.

En la mayoría de regiones igualmente el muñeco es acompañado de músicos y de una comparsa o puesta en escena con personajes simbólicos como la viuda, la plañidera o el diablo.


En muchos lugares, antes o después de la quema, se lee un "testamento", en el cual, como culminación de la catarsis, con lenguaje irónico o satírico se hace recuento de los sucesos que caracterizaron el periodo que acabó y se dan recomendaciones a sus protagonistas para el nuevo año.


La incineración a la medianoche del 31 de diciembre del muñeco es un ritual de purificación para alejar la mala suerte o las energías negativas del periodo que termina, así como de transición pues también se celebra la llegada del nuevo año aboliendo lo anterior. Como ritual de fuego representando la supresión de lo pasado para permitir una regeneración del tiempo y de las energías, la quema de un muñeco es común en muchas culturas y aun con transposición de fechas y de épocas tiene similares significados.

En la mayoría de países latinoamericanos a la costumbre se atribuye un origen hispánico y en España costumbres similares posiblemente sean derivados de rituales antiguos paganos europeo] como las saturnales de los romanos o los rituales celtas como el Olentzero en el País Vasco y Navarra en España.

En algunos países, como Perú y México, la costumbre ya tenía antecedentes autóctonos aborígenes prehispánicos en ritos agrarios y purificadores, y algunos de sus elementos como danzas y el vestuario de la comparsa se han incorporado al ritual actual como parte del sincretismo propio de una cultura mestiza.

En México es muy común la elaboración y quema de afigies del año viejo y de lo negativo durante el año que termina en estados como Veracruz, Oaxaca, Chiapas, Yucatán y Tabasco. En el Distrito Federal se conserva la tradición sobre todo entre los inmigrantes de los estados mencionados. El ritual puede iniciarse dos o tres días antes del Año Nuevo cuando el monigote es puesto al frente de la casa con un recipiente para recabar limosna, que será empleada para comprar cohetes y golosinas. También se pasea por las calles acompañado de una comparsa compuesta por una viuda embarazada que dará a luz al año nuevo, una rumbera y un pequeño grupo musical.

En Veracruz los indígenas mixe-popolucas de Oluta, realizan una danza que es conocida con el nombre de "El Chenu", que es el nombre que le dan al monigote y los danzantes son niños y jóvenes disfrazados de diablos con ropa de color rojo, máscaras con cuernos, cola y un tenedor largo construido de madera. Igual que en ciertos países andinos algunos participantes también se disfrazan de viudas, vestidos de negro y semejando estar embarazadas, y su papel es plañir estribillos y llorar a la hora en que se quema el Chenu.

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