jueves, 30 de octubre de 2014

PÁNICO



PÁNICO procede del griego Panikós. En realidad, la expresión completa es "terror pánico". Proviene de la situación de miedo que le agradaba crear al semidiós griego Pan, quien solía aparecerse en las encrucijadas de caminos a los viajeros. Físicamente era parecido a un fauno; cuernos y extremidades inferiores de cabra. Su imagen es la que ha dado lugar a la iconografía cristiana del demonio. Precisamente por eso, cristianizándose una tradición anterior, se solían erigir en la Edad Media cruceros o cruces de piedra con una pequeña capilla para la Virgen, en las encrucijadas.

Los ataques de PÁNICO son períodos en los que el individuo sufre de una manera súbita un intenso miedo o temor con una duración variable: de minutos a horas.

Los ataques o crisis de pánico generalmente aparecen de repente y pueden alcanzar su máxima intensidad en unos 10 minutos. No obstante, pueden continuar durante más tiempo si el paciente ha tenido el ataque desencadenado por una situación de la que no es o no se siente capaz de escapar.

En los ataques de pánico sin disminución de intensidad desencadenados por una situación de la que el sujeto desea escapar, algunos individuos pueden hacer esfuerzos desesperados por intentar escapar de la situación.

La persona que sufre episodios de pánico se siente súbitamente aterrorizada sin una razón evidente para sí misma o para los demás. Durante el ataque de pánico se producen síntomas físicos muy intensos: taquicardia, dificultad para respirar, hiperventilación pulmonar, temblores o mareos. Los ataques de pánico pueden ocurrir en cualquier momento o lugar sin previo aviso. Durante un ataque de pánico o crisis de angustia se presenta al individuo una súbita aparición de un nivel elevado de ansiedad y excitación fisiológica sin causa aparente. La aparición de estos episodios de miedo intenso es generalmente abrupta y suele no tener un claro desencadenante. Los ataques de pánico se manifiestan como episodios que irrumpen abrupta e inesperadamente sin causa aparente y se acompañan de síntomas asociados al miedo, tales como hipertensión arterial súbita, taquicardia, dificultad respiratoria (disnea), mareos e inestabilidad, sudoración, vómitos o náuseas, síntomas todos ellos coherentes con el miedo que los provoca. Generalmente acompaña a la crisis una extrañeza del yo junto a una percepción de irrealidad y de no reconocimiento del entorno.

Los ataques de pánico no duran mucho pero son tan intensos que la persona afectada los percibe como muy prolongados. A menudo el individuo siente que está en peligro de muerte inminente y tiene una necesidad imperativa de escapar de un lugar o de una situación temida (aspecto congruente con la emoción que el sujeto está sintiendo). El hecho de no poder escapar físicamente de la situación de miedo extremo en que se encuentra el afectado acentúa sobremanera los síntomas de pánico.

Experimentar un ataque de pánico es una terrible, incómoda e intensa experiencia que suele relacionarse con que la persona restrinja su conducta, lo que puede conducir, en casos, a adoptar conductas limitativas para evitar la repetición de las crisis. El trastorno puede desembocar en agorafobia, por miedo a presentar nuevas crisis si se presenta una fuerte conducta evitativa en el afectado.

A veces el fenómeno de crisis se reproduce durante el sueño.

La edad de inicio de este tipo de trastorno es entre 18 y 25 años, la mayoría de los casos puede hacer pensar que el problema esté relacionado con la desvinculación y la autonomía personal. Al parecer, el ataque de pánico se desencadena tanto por factores externos -como afrontar una situación que produzca intranquilidad al sujeto- como por los significados que da, en su vida emocional, la persona que experimenta esas circunstancias externas.

miércoles, 29 de octubre de 2014

LA MATANZA DE HUITZILAC



El general se paseaba nervioso, caminaba impaciente en uno de los salones del hotel Bellavista esperando noticias de la ciudad de México. Se detení­a por momentos, salió para darle un sorbo a la copa de coñac, pero en su rostro asomaba la preocupación. Sobre Cuernavaca habí­a caído la noche del 2 de octubre de 1927. 

En las semanas previas, el candidato a la presidencia Francisco R. Serrano decidía cambiar los votos por las balas. En los últimos meses habí­a logrado disfrazar su ambición enarbolando la bandera del antirreeleccionismo en contra del candidato oficial, su antiguo jefe y viejo amigo, el general Álvaro Obregón quien, de 1920 a 1924, le habí­a tomado tal gusto a la silla presidencial que se empecinó en regresar a Palacio Nacional a como diera lugar. 

Muy respetuosos de la ley, los diputados obregonistas le abrieron la puerta al invicto general, modificando la Constitución y suprimiendo el principio de la no reelección para permitir su regreso al poder el cual había dado origen a la revolución de 1910-. Serrano sabí­a que el candidato oficial, Obregón, contaba con el apoyo de todo el aparato del estado revolucionario, encabezado entonces, por el presidente Plutarco Elí­as Calles. Sabía también, que no habí­a manera de ganar en las urnas. Salió quedaba el camino de las armas. 

A finales de septiembre de 1927, dos dedos de frente bastaban para saber que la campaña electoral serí­a interrumpida por un baño de sangre. Serrano habí­a encontrado un aliado en otro aspirante a la presidencia, el general Arnulfo R. Gómez, cuyo discurso en contra de Obregón se reducí­a a la frase: Para mi rival solo hay dos alternativas o las islas Marí­as o dos metros bajo tierra. 

Como buenos revolucionarios, Serrano y Gómez pensaron que el camino más corto para llegar al poder era por medio de las armas y decidieron abandonar el de las instituciones. El plan era sencillo. El 2 de octubre, Obregón, Calles y Amaro presidirí­an una serie de maniobras militares en los llanos de Balbuena. En el transcurso de la exhibición, la guarnición de la ciudad de México tenía la orden de aprehender a los tres caudillos. Consumado el golpe, se designarí­a un presidente interino para convocar a elecciones y listo. 

Confiado en que todo saldrí­a de acuerdo con lo planeado, Gómez marchó a Veracruz. Si fracasaba el movimiento en la ciudad de México, tení­a la posibilidad de movilizar rápidamente varios miles de hombres. Serrano por su parte, informó a la prensa que viajaba a Cuernavaca con la intención de festejar su santo anticipadamente. Si el golpe resultaba exitoso, la celebración de San Francisco serí­a magna. 

Obregón y Calles estaban acostumbrados a madrugar, no a que los madrugaran. Como buenos revolucionarios, ambos sonorenses suponían lo que sus opositores preparaban. La intentona golpista era ya, un secreto a voces, en la capital del país. Así, el 2 de octubre, Amaro se movió con rapidez, puso mil hombres a custodiar el Castillo de Chapultepec -donde se encontraban el presidente Calles y el candidato Obregón- y desarticuló el movimiento golpista en la ciudad de México. Las maniobras militares en Balbuena se llevaron a cabo en medio de un ambiente, incluso, festivo y al terminar, Calles, Obregón y Amaro, regresaron al Castillo para decidir la suerte que debían correr sus adversarios. 

La noche del 2 de octubre, el general Serrano se paseaba nervioso en uno de los salones del hotel Bellavista. Esperaba noticias halagüeñas de la ciudad de México, pero en su fuero interno sabí­a que su destino se precipitaba hacia el vacío. 


Todo un bon vivant
Le gustaba el coñac Hennesy 5 estrellas. Era un hombre simpático, ocurrente y dispendioso. Aunque se lamentaba de su baja estatura Obregón le llamaba mi dedo chiquito, sabí­a portar el uniforme militar con garbo, y siendo bien parecido, hací­a suspirar a más de una mujer. Débil frente al sexo femenino, no había francachela nocturna en que no buscara los brazos de una mujer de cintura estrecha y amplias caderas. Sin más, el general Francisco R. Serrano era un bon vivant. 

Originario de Sinaloa pero sonorense por conveniencia, Serrano acompañó a Obregón durante los años más violentos de la revolución. Se ganó la confianza del caudillo quien lo nombró jefe de su estado mayor. El bueno humor y ciertas ocurrencias --como haberle concedido grado militar a un civil para acusarlo de insurrección y poder fusilarlo conforme a la ley le ganó las simpatí­as de los sonorenses. Acompañaba a Calles en la defensa de Agua Prieta en 1915 donde asestaron el golpe final a la División del Norte y se sumó a la rebelión contra Carranza, encabezada por Calles y Adolfo de la Huerta en 1920.

La lealtad tuvo su recompensa. Serrano fue subsecretario y secretario de Guerra durante el cuatrienio de Obregón (1920-1924) y no tuvo empacho en sumarse a la purga revolucionaria ordenada por Obregón, que vio sus momentos más cruentos durante la rebelión delahuertista. De esa forma, el régimen acabó con viejos revolucionarios como Francisco Murguí­a, Salvador Alvarado, Rafael Buelna y Manuel M. Diéguez, entre otros. 
Entre 1926 y 1927, Calles le entregó a Serrano la gubernatura del Distrito Federal y desde su posición le dio rienda suelta a sus pasiones: las parrandas, el coñac y las mujeres. La estrella de los vencedores habí­a iluminado su camino desde los primeros años de la revolución, siempre junto a los sonorenses. Pero sin lí­mite alguno, de pronto se vio a sí mismo, sentado en la silla presidencial. Serrano prestó oí­dos al canto de las sirenas de la política y sin medir las consecuencias, de la noche a la mañana firmó su sentencia de muerte al aceptar la candidatura en contra de la reelección de su antiguo jefe, el invicto Álvaro Obregón. 

A sangre y fuego

Ataron sus manos con cable eléctrico. Un metro para cada uno. Al cabo de unos minutos, las muñecas de los catorce detenidos comenzaron a sangrar. Entre gritos y protestas, cada prisionero fue puesto bajo la custodia de tres soldados. Serrano le reclamó airadamente al coronel Hilario Marroquí­n --un siniestro oficial a quien no le temblaba la mano-- el trato que le estaban dando a sus compañeros. Como única respuesta obtuvo un brutal golpe en el rostro con la cacha de una pistola. El general Claudio Fox, aún más siniestro que su lugarteniente, observaba complacido a unos metros de distancia. Sobre Huitzilac caí­a la tarde del 3 de octubre de 1927. 

Las horas habí­an transcurrido con irritante lentitud desde los primeros minutos del día. Muy temprano por la mañana, Serrano y sus acompañantes fueron aprehendidos en el domicilio de un amigo suyo, en Cuernavaca. Instruido desde lo alto del castillo de Chapultepec donde viví­a y despachaba el presidente Calles, el gobernador de Morelos envió un batallón a detener a Serrano. La súbita llegada de las fuerzas armadas fue el mejor indicador de que el golpe en la ciudad de México habí­a fracasado por completo.

Varios soldados catearon el interior de la casona y no encontraron armas o documentos que comprometieran a los detenidos con la fallida intentona golpista del dí­a anterior. Las únicas armas halladas fueron las que portaban reglamentariamente Serrano y tres generales más, nada como para hablar de una rebelión. 

Hasta la otrora recámara de Carlota en el castillo de Chapultepec, donde se encontraban deliberando Calles, Obregón y el secretario de Guerra, Joaquín Amaro, llegó un despacho procedente de Cuernavaca donde se informaba que Serrano y trece individuos más, estaban finalmente en poder del gobierno. 

Los tres hombres guardaron algunos minutos de silencio. Obregón se atusaba el bigote con la mano izquierda y a pesar de la gravedad del momento, no perdí­a el buen humor. Estaba a punto de liquidar a su opositor y la silla presidencial, reluciente, lo esperaba. Su dedo chiquito lo había traicionado y tení­a que hacerlo pagar. Para nadie era un secreto que el invicto general llevaba la voz cantante en aquella reunión, casi todos los oficiales que llegaban al salón de acuerdos, se dirigí­an en primera instancia a él, y luego, al presidente Calles. 


Sin mucho meditarlo, Obregón expresó lo que se convertirí­a en una orden: ¿Para qué traerlos a México, si de todos modos se ha de acabar con ellos? Es preferible ejecutarlos en el camino. Calles y Amaro asintieron. El presidente pensó en el general Roberto Cruz, para desempeñar tan delicada encomienda meses después sería el encargado de ejecutar al padre Pro, pero Cruz pidió ser relevado debido a su amistad con Serrano. Entonces Amaro, sacó sus ases bajo la manga y mandó llamar a su incondicional Claudio Fox que tenía cuentas pendientes con Serrano. 

Cerca del mediodía, Fox se presentó en el castillo y recibió la orden por escrito: Sírvase marchar inmediatamente a Cuernavaca acompañado de una escolta de 50 hombres para recibir a los rebeldes Francisco R. Serrano y personas que lo acompañan, quienes deberían ser pasados por las armas sobre el propio camino a esta capital por el delito de rebelión contra el gobierno constitucional de la república. La orden estaba firmada por el presidente Plutarco Elías Calles y llevaba la bendición de Álvaro Obregón. 

Serrano quiso creer que su vieja amistad y la lealtad de otros tiempos hacia el caudillo, serían suficientes para ayudarlo a sortear el trance mortal en que se hallaba pero conforme transcurrieron las horas se dio cuenta que había cruzado el punto sin retorno. A Cuernavaca llegaron las órdenes de trasladar a los prisioneros a Tres Marí­as donde debían ser entregados al general Claudio Fox. 

La carretera fue cerrada entre el poblado de Tres Marías y Huitzilac. En este último sitio, los prisioneros fueron bajados de los automóviles que les habí­an servido de transporte. Serrano estaba acompañado por los generales Carlos A. Vidal, Miguel A. Peralta y Daniel Peralta; por los licenciados Rafael Martí­nez de Escobar ex diputado constituyente y Otilio González, el ex general Carlos V. Araiza y los señores Alonso Capetillo, Augusto Peña, Antonio Jáuregui, Ernesto Noriega Méndez, Octavio Almada, José Villa Arce y Enrique Monteverde. En total sumaban catorce individuos que esperaban ser devorados por la revolución. El sol se ocultaba entre las montañas de la vieja carretera a Cuernavaca, un viento frío anunciaba el desenlace y la muerte preparaba su festín. 

Varios de los prisioneros pidieron clemencia o cuando menos unos minutos para escribir algunas lí­neas a sus familias, a sus esposas o hijos. El general Fox se alejó de la escena dejando a cargo de las ejecuciones al coronel Marroquín, que con una pistola en una de las manos y una ametralladora Thompson en la otra, proferí­a toda clase de insultos. 

Serrano volvió a increparlo y Marroquí­n le disparó a quemarropa en el pecho. A pesar de las heridas mortales, el general mostró una fortaleza inaudita y permaneció de pie observando fijamente a Marroquí­n quien volvió a dispararle. Una vez en el suelo pateó su rostro, antes de darle el tiro de gracia. Aprovechando la confusión, el ayudante de Serrano, Noriega Méndez, logró zafarse del cable que lo ataba y se lanzó sobre Marroquí­n para abofetearlo y escupirle. El coronel le disparó con la pistola y la ametralladora. 

Al ver la dramática escena, el resto de los prisioneros intentaron darse a la fuga. Algunos fueron cazados como animales; otros permanecieron estoicamente en su lugar en espera de la muerte. Las balas expansivas atravesaban los cuerpos, los tiros de gracia sacudían por última vez los cadáveres, las bayonetas atravesaban todo lo que encontraban a su paso, haciendo correr la sangre a unos metros de la carretera federal. 

Como buenos revolucionarios, una vez cumplida su misión, los asesinos tomaron su tiempo para saquear los cadáveres. Antes de llevarlos al Hospital Militar, los cuerpos fueron trasladados al Castillo de Chapultepec. Se dice que Obregón vio uno por uno y señalaba: a esta rebelión ya se la llevó la chingada y cuando se detuvo frente al cadáver de Serrano, dijo: Pobre Panchito, mira como te dejaron. 

Fieles a la costumbre, al otro día los diarios capitalinos dieron a conocer el parte oficial entregado por el gobierno que nada tenía que ver con la realidad: El general Francisco R. Serrano, uno de los autores de la sublevación, fue capturado en el estado de Morelos con un grupo de sus acompañantes por las fuerzas leales que guarnecen aquella entidad y que son a las órdenes del general de brigada Juan Domí­nguez. Se les formó un consejo de guerra y fueron pasados por las armas. Los cadáveres se encuentran en el Hospital Militar de esta capital. 

Serrano fue sepultado en el panteón Francés y tiempo después, casi de manera clandestina, catorce cruces fueron colocadas a un costado de la carretera vieja a Cuernavaca, dando testimonio, aun hoy en día, del lugar donde se perpetró la terrible matanza de Huitzilac.

FOGÓN



La palabra FOGÓN, hoguera, hogar o anafre se refiere al sitio donde se enciende fuego generalmente con leña en una vivienda y que solía estar ubicado en el espacio común que hacía las veces de cocina, comedor y estancia. Proviene del vocablo latino focāris, derivado de focus fuego. En algunas regiones de España se denomina lar o llar. Por extensión, se llama hogar a la casa, el lugar donde se vive, porque se consideraba punto central de ella el lugar donde se encendía el fuego.

Históricamente el fogón ha tenido un uso multifuncional: como fuente de calor, calefacción, en los inviernos, para la cocción y preparación de alimentos, como medio de conservación, mediante el secado y ahumado de algunos alimentos embutidos, quesos, etc. e incluso como ayuda para labrar ciertos materiales mediante el calor.

Salvo en culturas muy antiguas, el hogar se completa con una salida de humos o humero más tarde se adoptaría la palabra francesa chimenea que es un conducto que lleva los humos al exterior, con una especie de embudo grande, campana, que recogía esos humos hacia el humero.

La palabra chimenea viene de chemin, camino referido al de los humos en francés, que también se da en otros idiomas de: kamin, it: camino. Aunque se refiere específicamente al humero, este nombre también se ha adoptado a menudo para denominar el conjunto de hogar y humero, especialmente cuando se trata de hogares de fuego para calefacción exclusivamente, lo que es una contracción de la antigua expresión chimenea-hogar, que efectivamente se refería al conjunto y no solamente al humero. Puede deberse también a la importancia que se dio al invento de un conducto para evacuar los humos. También se utiliza la expresión chimenea francesa, cuando es especialmente decorativa.

Aunque raramente existe, es muy conveniente la construcción de una ventosa, conducto encargado de llevar el aire directamente al hogar, sin pasar por el local, con lo que se evitaría el enfriamiento del mismo y las incómodas corrientes de aire que genera el tiro. Las ventosas puede obtener el aire del exterior directamente o de un sótano, lo que puede ser también útil para proporcionar una adecuada ventilación al mismo.

En el hogar tiene que haber diversos aperos que facilitan el manejo del fuego, es muy normal que estén reunidos en una especie de recogedor vertical, los instrumentos son:
Fuelle, muy necesario para soplar aire que avive la combustión de las brasas.
Atizador, para partir y distribuir las brasas y los troncos.
Pinzas.
Recogedor, palita metálica para recoger las cenizas.
Cubo metálico para depositar las cenizas tras retirarlas del hogar.
Modernamente se ha generalizado la utilización de aspiradores de cenizas para retirar estas del hogar. Estas aspiradoras constan de un tubo metálico para la aspiración y un cubo para el depósito de las mismas y un filtro para la salida del aire sin permitir la salida de las cenizas. Pueden ser autónomos con un motor propio o depender de un aspirador externo para crear la corriente de aire.

Las llamadas chimeneas-hogar de calefacción utilizan generalmente combustible natural, como leña o pellas de madera, para generar el calor necesario para calentar una estancia o incluso una vivienda entera. Las chimeneas tradicionales también resultan muy decorativas, aportando un estilo desde rústico tradicional hasta moderno o vanguardista, según el modelo de chimenea instalado. Y es que más allá de la tradicional de combustión de leña abierta, el mercado de las chimeneas y las estufas se ha desarrollado sobremanera y ofrece una gran variedad de instalaciones y diseños que se adaptan perfectamente a las necesidades de las personas que apuestan por una forma diferente de calentar su hogar.

Su gran inconveniente, especialmente desde el punto de vista ecológico y monetario, es que su rendimiento es muy pequeño, entre el 10% y el 15%; por lo que sus emisiones de CO2 por unidad de energía útil conseguida son muy superiores a las de cualquier otro sistema, más moderno, en el que, con la misma cantidad de combustible se obtiene un mínimo del 50% o más, por lo que no es aconsejable su uso más que como elemento decorativo en ocasiones determinadas.

Hay dos modos básicos de hacer el fuego: fuego vivo, con leños de cierto tamaño y fuego latente, o de brasas, con las brasas casi enterradas bajo ceniza. En el primer caso se consume más deprisa el combustible que en el segundo.

En ambos casos el calor de calefacción se difunde por radiación, de modo que calienta solamente el lado de las personas enfrentado al hogar o, en menor medida, los paramentos del local.

Para que se produzca la combustión se requiere aire y además del necesario para la reacción de combustión, debe utilizarse más aire también para ayudar a evacuar los humos que produce. El aire debe de entrar desde el exterior, frío, por lo que constantemente está enfriando el ambiente donde está encendido el fuego, en mucha menor medida cuando se trata de fuego de brasas, porque requiere mucha menor cantidad de aire para la combustión y para evacuar los humos.

Por estas razones el rendimiento energético de este sistema de calefacción es muy pequeño, del orden del 10... 20%.

martes, 28 de octubre de 2014

DRAGÓN



El DRAGÓN es un animal mitológico que aparece en diversas formas en varias culturas de todo el mundo, con diferentes simbolismos asociados.

Las interpretaciones más familiares de dragones son los dragones europeos, derivados de la tradición popular y de la mitología de Grecia, Escandinavia y Oriente Próximo, y también los dragones orientales. La palabra dragón deriva del griego, "dragón, serpiente de gran tamaño, o serpiente de agua"

En función de las diversas culturas que lo han representado, la figura del dragón juega un papel importante como dios o guardián, o como monstruo y poderoso enemigo. Se le atribuyen cualidades y habilidades tales como ser poseedor de una gran sabiduría y conocimiento o pecar de gran avaricia y codicia que le conduzca a devastar poblaciones enteras para apilar gigantescos tesoros. Por lo tanto, la imagen y figura del dragón ha ido variando y ha sido interpretada de muy diversas formas a lo largo de la historia.

Las culturas occidentales y orientales han imaginado reptiles gigantes y alados; puede ser debido al contacto con cocodrilos, caimanes o gaviales.

Los dragones occidentales tienen por lo general apariencia de un gran lagarto o cocodrilo, con alas, aliento de fuego, cuernos y gran ferocidad. Los dragones orientales tienen por lo general apariencia serpentina mezclada con características de otros animales, estos casi nunca tienen alas.

El mito de la existencia de los dragones se sustenta en una diversa cantidad de leyendas y representaciones, diseminadas entre las distintas culturas que lo representan. Se ha planteado, como explicación de este fenómeno, el descubrimiento de fósiles de dinosaurio que llevasen a esas culturas a imaginar seres parecidos. También cabe señalar que los dragones en cada cultura presentan aspectos y características diferentes.

Así, en la Edad Media, se creía que los cadáveres de cocodrilo, llevados a mercados y demás sitios de exhibición europeos desde Egipto y Arabia durante la época de Las Cruzadas, eran vistos como si se tratasen de cadáveres de dragón.

El simbolismo alrededor del dragón es esencialmente el de la lucha. La lucha entre el dragón y un héroe o un dios tiene, sin embargo, distintos significados. En estos míticos combates el dragón asume dos papeles, el de devorador y el de guardián, que tienen finalmente una sola raíz: el de un ser cósmico en espera, cuya acción implica la muerte –o el nacimiento– de un orden universal.

Así, en un principio, los dragones fueron devoradores de dioses –algunos mitos se refieren a estas criaturas como la causa de los eclipses, por ejemplo–, o sus enemigos –caso de Apofis y Pithon, enemigos del sol–; posteriormente los dragones fueron fuerzas a la que se les ofrecían doncellas en sacrificio y no tardaron en concebirse como comedores de hombres. De todos modos, ese papel no se aleja del de guardián, que implica la espera y el mantenimiento de un orden que preludia una reinvención del universo o el descubrimiento de un lugar sagrado. Justamente porque son guardianes de algo sagrado, es por lo que simbolizan el puente a otro mundo o la prueba de todo héroe.

Las actitudes tomadas en las culturas del mundo frente a la figura del dragón y la lucha que supone se distancian en ocasiones, particularmente si se compara la idea de dragón que existe en el lejano Oriente con la predominante en Occidente. Los dragones chinos o long, los japoneses o ryū y los coreanos son vistos generalmente como seres benévolos, mientras que los europeos son en su mayoría malévolos.

Sin embargo, los dragones malévolos no están restringidos a Europa: entre otras culturas, esta interpretación se mantiene también en la mitología persa. El tema es complejo y ha variado a lo largo de la historia. Como ejemplo, entre los romanos, típicos representantes del Occidente antiguo, el dragón era considerado un símbolo de poder y sabiduría.

TAQUIGRAFÍA



La TAQUIGRAFÍA es todo aquel sistema de escritura rápido y conciso que permite transcribir un discurso a la misma velocidad a la que se habla. Para ello se suelen emplear trazos breves, abreviaturas y caracteres especiales para representar letras, palabras e incluso frases.

Generalmente la escritura taquigráfica omite partes de los textos, y un texto recogido por un taquígrafo no puede ser entendido fácilmente por otro que no haya escuchado previamente el texto original. Por tanto, los taquígrafos deben escribir posteriormente el texto taquigráfico en la escritura habitual.

El aprendizaje de la taquigrafía es relativamente fácil, pero su uso rápido requiere mucha práctica.

Los orígenes de la taquigrafía se remontan a la época del historiador griego Jenofonte, que se valió de esta técnica para transcribir la vida de Sócrates.

La taquigrafía; de las voces griegas taxos celeridad, rapidez y grafos escritura, se vale de signos más sencillos que los de la escritura corriente para escribir tan deprisa como se habla. La usaron los fenicios y griegos, y en Roma desde la época de Cicerón, según Plutarco. En Roma se llamó «notae tironianae», pues la usó y perfeccionó Marco Tulio Tirón, esclavo y luego liberto de Cicerón, desde aproximadamente el 70 a. C. Un sistema parecido al de Tirón parece atribuírsele a Mecenas, de acuerdo con Dión Casio. Poco después el sistema fue ordenado en forma de diccionario por Séneca, llamándose «Notas de Tirón y Séneca». Sin embargo, cayó en el olvido con la invasión de los bárbaros.

Posteriormente, se ha restablecido en la Edad Moderna. Comenzó de nuevo en Inglaterra, año 1588 por Bright.

Siguió por Francia, Países Bajos, Alemania desde el siglo XVII. Llegó a Italia en el siglo XVIII y a España en 1800. El verdadero inventor de la taquigrafía española es el valenciano Francisco Martí, en 1802.  Su sistema se considera como el más perfecto de los conocidos hasta el siglo XIX.

El término fue utilizado por primera vez por Thomas Shelton en 1641, luego por Coulon de Thévenot en 1776 y finalmente adoptado por Martí. El inglés John Willis, inventor del primer sistema geométrico, la había denominado estenografía.

La taquigrafía es empleada comúnmente en los juicios, en cuyo caso se hace uso de taquígrafos o estenógrafos para plasmar por escrito lo hablado. También es utilizado por secretarias y ayudantes de administración para apuntar las notas, cartas, recados y pedidos que reciben. Asimismo su uso es común para registrar los debates parlamentarios, y para la transmisión en directo de programas de televisión que requieren subtitulaje, por ejemplo, con el sistema Closed Caption (CC). También los intérpretes suelen usar la taquigrafía como apoyo para la memoria cuando deben pasar un mensaje de un idioma a otro. Aunque teóricamente es una herramienta muy útil para un estudiante cuando se asiste a clases para tomar apuntes, no lo suelen utilizar.

En 1864 el sacerdote y filósofo español Pere Garriga i Marill publicó su obra «La taquigrafía sistemática» en la que detallaba el, posteriormente conocido como, «Sistema de Taquigrafía Garriga». Este sistema junto con el desarrollado por Francisco Martí, llamado «Sistema de Taquigrafía Martí» fueron los más utilizados en España dado el apoyo institucional que ambos recibieron y a su especial adaptación a la lengua castellana.

En 1872 se funda en Barcelona la primera sociedad taquigráfica española, la Corporación Taquigráfica del Sistema Garriga, formada por el propio Garriga, el catedrático Josep Balari i Jovany y otros seguidores del sistema con el fin de fomentar y expandir su uso en España.

El irlandés John Robert Gregg publicó en Liverpool «Light Line Phonography» que traduce al español Fonografía de escritura sencilla en 1888, cuando apenas tenía veinte años. Fue enjuiciado por plagio por Thomas Malone, un antiguo compañero de estudios, y su libro no pudo ser vendido en Inglaterra. Por ese motivo en 1893 viajó a Estados Unidos, donde pudo difundir su sistema y logró gran resonancia.

La taquigrafía Gregg está basada en la elipse, siguiendo la inclinación de la escritura corriente. Las vocales se escriben en su orden natural, no diferenciando los signos por el grosor o la posición sino solamente por los diferentes tamaños. La escritura es esencialmente horizontal.

La primera adaptación del sistema Gregg al español fue realizada por el mexicano Camilo E. Pani en 1904, que apareció con el título Taquigrafía fonética Gregg-Pani. A esta siguió otra en 1921 titulada Taquigrafía Gregg, la cual se asemeja más a la escritura de la versión inglesa. Una edición revisada por Louis Leslie se publicó en 1923. Esta edición, conocida como Taquigrafía Gregg Edición Aniversario, se difundió por América Latina. Después de la muerte de John Robert Gregg en 1948, se publica en 1953 una revisión del sistema, conocida como Taquigrafía Gregg Simplificada, que contiene cambios introducidos en la versión inglesa del sistema destinados a reducir la carga mental del taquígrafo y simplificar el aprendizaje de la taquigrafía. En 1969 surge la Taquigrafía Gregg Edición Diamante, una nueva edición con numerosas simplificaciones destinadas a aligerar la escritura y aprendizaje. En esta edición se reenfoca el uso de la taquigrafía exclusivamente al área comercial. La edición Aniversario fue reimpresa en 1970 bajo el título Curso de taquigrafía Gregg, que en adición al texto básico, contiene un manual de ejercicios Ejercicios progresivos de la taquigrafía Gregg y un libro de lecturas Ejercicios graduados. Una nueva edición fue lanzada en 1978, llamada Taquigrafía Gregg Serie 90, con aún mayores simplificaciones. La última edición en español publicada en 1990, Taquigrafía Gregg Edición Centenaria, retiene los principios de la Serie 90 e incluye actualizaciones del vocabulario para la oficina electrónica, además de un rearreglo en la presentación de los principios del sistema. Cada simplificación del sistema trae consigo, no sólo un aumento en la facilidad de aprendizaje y escritura, sino también una disminución en el potencial de rapidez en el dictado, ya que los trazos resultan más largos y demorados con la eliminación de reglas. Por este motivo, aunque la Edición Aniversario resulte la más difícil de aprender y dominar por las muchas abreviaciones y reglas contenidas en ella, es la que se considera la más rápida de todas las versiones y la más adecuada para trabajo parlamentario y legal.

Se han publicado otras adaptaciones del sistema Gregg. En 1931, Salvador F. Seguí publicó Taquigrafía Seguí, sistema basado en el Gregg. En 1932, Ana María O'Neill publicó su Exposición de la taquigrafía Gregg, revisada en 1974 Exposición revisada de la taquigrafía Gregg y en 1984 Nueva exposición revisada de la taquigrafía Gregg, Edición Oro.

El sistema de Gregg se ha adaptado a muchas lenguas, incluyendo afrikáans, esperanto, francés, alemán, hebreo, irlandés, italiano, japonés, polaco, portugués, ruso, español, catalán y tagalo.

Con unas pocas adaptaciones, puede ser utilizado en casi cualquier lengua. Después del inglés, la adaptación al español es la más popular.

Con el sistema Gregg, se han registrado velocidades de hasta 280 palabras por minuto en inglés.

A diferencia de la taquigrafía Gregg, el estilo Pitman utiliza los renglones de una hoja; esto significa que la posición de los símbolos es importante en relación a las horizontales de la tablilla de escritura. Emplea un conjunto de símbolos distintos de Gregg.

Isaac Pitman nació en Trowbridge Wiltshire en 1813 y falleció en Bath en 1897. Aprendió el sistema de Taylor, y pensaba editarlo con las reformas que le había introducido, pero un amigo suyo, Bagsters, le sugirió la idea de crear un sistema propio.

En 1837, Pitman lanzó su famosa obra Stenographic Soundhand. A pesar de que los signos de ambos autores puedan ser parecidos, se trata de sistemas muy distintos.

Si bien se valió de recursos que ya habían sido utilizados por otros autores —la escritura fonética ya había sido utilizada por Tiffin (1750), Lyle (1762), Roe (1802) y Towndrow (1831); los signos semejantes para sonidos parecidos habían sido usados por Hervey (1779); las posiciones habían sido empleadas por farr (1819) y Taylor; los trazos finos y gruesos datan de la época de Tirón (50 a.C.); y ni siquiera fue el primero en utilizar el círculo pequeño para representar la S—, fue el primero en ordenarlos sistemáticamente, basándose en un análisis científico de su idioma.

En 1840 apareció la segunda edición, con el título Phonography, or Writing by Sound; being a natural method of writing, applicable to all languages, and a complete system of Short-hand, con un alfabeto de 36 signos. En 1842 se publica el primer número del Phonetic Journal y en 1846 se crea en Londres la primera sociedad pitmaniana, llamada Phonetic Society.

En 1863 aparece en Londres la 11.ª edición de su obra: A manual of Phonography, or, Writing by Sound: a natural method of writing by signs that represent spoken sounds; adapted to the English language as a complete system or Phonetic Short-hand. En ella, su autor dice: «¿Quién, que esté en el oficio de escribir, no ha deseado en algún momento expresar mediante dos o tres trazos de la pluma aquello que en la actualidad requiere tanto tiempo y trabajo para llevarlo al papel?»

La obra de Pitman se ha adaptado a todos los idiomas. Isaac Pitman dice de su obra: «Una vigorosa propaganda y métodos a bajo precio han contribuido a darle esta distinción, si bien su mérito sobre los demás sistemas ha sido apreciado por el público. Mi pequeño método ha sido vendido a un penique, y de mi libro Phonografic Teacher van vendidos más de un millón seiscientos mil ejemplares». En su sistema, las consonantes forman pares representados por el mismo trazo, que se diferencian por el grosor. Representa las vocales con puntos, comas y guioncitos delgados y gruesos. La colocación de las consonantes, en la línea, arriba o debajo del renglón, indica la vocal que las acompaña y llama a la unión de dos o más palabras sin levantar el lápiz. Las consonantes R y L que siguen a la consonante base de la sílaba son representadas por una modificación al inicio de ésta. El Manual Pitman's Shorthand-Phonography - New Era Edition contiene un total de 189 reglas.

La biografía de Pitman fue escrita en 1902 por su hermano Benn y en 1908 por Alfred Baker.

La velocidad máxima alcanzada es de 360 palabras por minuto durante dos minutos, por Nathan Behrin en 1922 según el libro Guinness de los récords.

Teeline es una taquigrafía aceptada por el NCTJ, una asociación de periodistas del Reino Unido. Es adaptable a diferentes idiomas pero principalmente es utilizado en los países de la Commonwealth.

Fue desarrollado en 1970 por James Hill, un profesor de Taquigrafía Pitman, y básicamente consiste en eliminar las letras innecesarias y hacer las letras de manera que sean más rápidas de escribir. Las vocales son por norma general eliminadas cuando no están al inicio o al final de la palabra, y las letras mudas también son ignoradas. Los prefijos, sufijos y letras «pares» (como «pr» o «bl») se reducen a un simple símbolo. Los símbolos derivan de las letras del alfabeto occidental, eliminando las partes más innecesarias.

El Teeline difiere de Pitman y Gregg en que Teeline es un sistema alfabético, mientras que Pitman y Gregg son fonéticos. Por tanto, Teeline es mucho más fácil de aprender, pero no es tan rápido como los sistemas fonéticos.

Teeline se parece mucho a los grafitis utilizados con el lápiz de las agendas electrónicas tipo Palm.

La velocidad a que se puede llegar es de 140 palabras por minuto.