domingo, 19 de octubre de 2014

MARIHUANA



Los términos cannabis y MARIHUANA, entre muchos otros, hacen referencia a las sustancias psicoactivas que son consumidas de la planta Cannabis sativa con fines recreativos, religiosos y medicinales. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas se trata de la sustancia ilícita más utilizada en el mundo. La regulación legal del consumo de cannabis varía dependiendo de los países, existiendo tanto detractores como defensores de su despenalización.

El compuesto químico psicoactivo predominante en el cannabis es el tetrahidrocannabinol, también conocido por sus siglas, THC. El cannabis contiene más de cuatrocientos compuestos químicos diferentes, entre ellos al menos sesenta y seis cannabinoides aparte del THC, tales como el cannabidiol (CBD), el cannabinol (CBN) o latetrahidrocannabivarina (THCV), que tienen otros efectos distintos a los del THC, y también actúan en el sistema nervioso.

El uso del cannabis data del III milenio a. C.

A partir de la segunda mitad del siglo XX, el uso, la posesión y la venta de preparados con cannabis que contienen los canabinoides psicoactivos comenzaron a considerarse ilegales en la mayor parte del mundo. Desde ese entonces, algunos países han intensificado su control sobre la distribución de la sustancia.

En 2004 Naciones Unidas estimó que aproximadamente el 4% de la población mundial adulta 162 millones de personas consume marihuana anualmente, y alrededor del 0,6% 22,5 millones lo consume a diario.

Los términos cannabis y marihuana, entre muchos otros, hacen referencia a las sustancias psicoactivas que son consumidas de la planta Cannabis sativa con fines recreativos, religiosos y medicinales. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas se trata de la sustancia ilícita más utilizada en el mundo. La regulación legal del consumo de cannabis varía dependiendo de los países, existiendo tanto detractores como defensores de su despenalización.

Los cannabis tienen un antiguo historial en rituales religiosos en todo el mundo. Arqueólogos en Pazyryk descubrieron semillas de cáñamo que sugieren antiguas prácticas ceremoniales tales como la ingesta de estas por los pueblos escitas durante el siglo V y II a.C., lo que confirma anteriores informes históricos de Heródoto.17 Un escritor ha afirmado que los antiguos judíos y cristianos utilizaban el cannabis como sacramento religioso, debido a la similitud entre la palabra hebrea "qannabbos" "cannabis" y la frase en hebreo "Bosem qené" "caña aromática", que era utilizada por los musulmanes en varias órdenes sufíes desde el periodo mameluco, como por ejemplo, los qalandars.

Un estudio publicado en South African Journal of Science reveló que "pipas desenterradas de la casa de Shakespeare en Stratford-upon-Avon contenían restos de cannabis". El análisis químico se llevó a cabo después de que investigadores plantearan la hipótesis de que la "conocida hierba" mencionada en su Soneto nº 76, y el "viaje en mi cabeza" del Soneto nº 27 podrían hacer referencia al cannabis y su uso.

El uso de cannabis comenzó a ser penalizado en varios países al comenzar el siglo XX. En 1911 fue prohibido en Sudáfrica, en 1913 en Jamaica por aquel entonces aún colonia inglesa, y en la década de 1920 en el Reino Unido y Nueva Zelanda. Canadá hizo ilegal el uso de la marihuana en su Ley del Opio y Drogas de 1923, antes de que se hubiese reportado consumo alguno de la planta en dicho país. En 1925 en una conferencia en la Haya sobre la Convención Internacional del Opio se llegó al compromiso de prohibir la exportación del “cáñamo de la India” a países que tuvieran prohibido su uso, y a exigir a los países importadores que emitiesen certificados que aprobasen el ingreso de dichas hierbas, con indicación de que se requerían “exclusivamente para fines médicos o científicos”. También se exigió a los participantes que ejerciesen “un control efectivo de tal forma que impidan el tráfico internacional ilícito de cáñamo hindú, especialmente en resina”.

En los Estados Unidos las primeras restricciones a la venta de cannabis se realizaron en 1906, en el Distrito de Columbia. En 1937 fue aprobada la Ley de Acto Fiscal de la Marihuana, por la que se prohibía la producción de cáñamo además de la marihuana. Las razones por las que también se incluyó el cáñamo fueron cuestionadas; la oficina federal de Agentes de Narcóticos informó que los campos de cultivo de cáñamo también se utilizaban como fuente para los distribuidores de marihuana. Sin embargo, otros autores han afirmado que fue incluido con el fin de destruir la incipiente industria del cáñamo, en gran medida con el esfuerzo de los empresarios Andrew Mellon, William Randolph Hearst, y la familia Du Pont. Con la invención de la descortezadora, el cáñamo se había convertido en un sustituto muy barato para la pasta de papel que se utiliza en la industria periodística. Hearst consideraba que el cáñamo era una amenaza para sus explotaciones de madera. Mellon, Secretario del Tesoro y el hombre más rico de América, había invertido grandes cantidades de dinero en la nueva fibra sintética y el nylon de la familia Du Pont, que también estaba siendo superado en competencia por el cáñamo.

Los términos cannabis o marihuana generalmente hacen referencia a las flores secas, las hojas subyacentes y los tallos de ejemplares hembra de la planta cannabis. Esta es la forma en que más se consume; el contenido es de entre un 3 y un 22% de THC. Por otro lado, las cepas de cannabis que se usan para producir cáñamo industrial contienen menos del 1% de THC, y por tanto no se consideran aptas para uso recreativo.

El consumo de cannabis se ha evaluado en diversos estudios que lo correlacionan con el desarrollo de ansiedad, psicosis y depresión, además del desarrollo de trastornos de pánico, independiente de si se continúa consumiendo o no, actuando, por lo tanto, el cannabis como detonante en al menos el 33% de ataques de pánico sufrido por pacientes, que lo presentaron por primera vez y 48 horas post-consumición.

Con respecto a la aparición de trastornos mentales, tales como depresión y ansiedad, los consumidores diarios tienen 5 veces más posibilidades de desarrollarlos que los no–consumidores, mientras que aquellos que son consumidores semanales tienen cerca del doble de posibilidades que los no–consumidores. Respecto a la aparición de trastornos psicóticos, los individuos con predisposición tienen entre un 25% y 40% más de posibilidades de padecer alguno de estos trastornos, mientras que en los individuos sin predisposición alcanza un 4% a 6% más de incidencia. Algunos estudios avalan estos resultados afirmando que, probablemente el consumo de cannabis incremente el riesgo de reacciones psicóticas o sea la única causa del desarrollo de trastornos psicóticos en aquellos individuos que se encontraban sanos, previo al inicio del consumo, mientras que otros argumentan que ello es poco probable debido a la existencia de otros factores.

Estudios en consumidores de cannabis crónicos reportaron una reducción del volumen del hipocampo y de la amígdala.

Se considera que los consumidores ocasionales de cannabis tienden a acumular el THC, ya que el mismo suele depositarse en zonas ricas en grasa como el cerebro, el hígado y las gónadas, esta acumulación suele asociarse a problemas de pérdida de memoria, ocasionados por las alteraciones del hipocampo, como también a otros problemas de salud como impotencia. Se estima que se necesitan alrededor de 4 semanas para que el THC sea eliminado completamente del organismo, en consumidores ocasionales; sin embargo se cree que los consumidores crónicos de cannabis, requieren mucho más tiempo para recuperar sus funciones cognitivas, y que algunos de los trastornos producidos son crónicos.

Una característica de los efectos del consumo de psicotrópicos, como la marihuana, es el conocido como síndrome amotivacional, estudiado primeramente por R. H. Schwartz, caracterizado por abulia, apatía, pasividad, indiferencia o irritabilidad, dificultad en mantener la atención y fatiga. Pero esto no está claro del todo ya que existen fuentes que afirman que esto tiene que ver con la personalidad y la conducta del individuo más que con el consumo en sí mismo.

Aunque el consumo de cannabis ha sido a veces asociada con episodios de accidentes cerebro-vasculares, se piensa que estos accidentes se deben a su combinación con otras drogas como el alcohol.

Hay una ligera correlación entre el consumo de cannabis y el desarrollo de enfermedades del corazón, e incluso la exacerbación de enfermedades del corazón ya preexistentes.

Aunque algunos estudios han mostrado fuertes cambios en la función neurológica a largo plazo en los consumidores diarios de cannabis, no se observaron cambios significativos en la conducta de aquellos individuos que realizaron un período de abstinencia de la sustancia.

El consumo a largo plazo de la marihuana puede llevar a la adicción, es decir, a la búsqueda y uso compulsivo de la droga a pesar de conocerse sus efectos dañinos sobre el funcionamiento social en el contexto familiar, escolar, laboral y recreativo. Las personas que han consumido marihuana por largo tiempo reportan irritabilidad, dificultad para dormir, disminución en el apetito, ansiedad y deseos por la droga; estos síntomas del síndrome de abstinencia comienzan aproximadamente al día siguiente de empezar la abstinencia, llegan a su punto máximo a los dos o tres días, y se atenúan una o dos semanas después de haber consumido la droga por última vez.

Algunos estudios sugieren que entre los individuos que nunca la han consumido, un 9% desarrolla dependencia, mientras que entre el 10 y 20% de los que la consumen diariamente pueden desarrollarla.

La postura anti prohibicionista afirma que si bien el consumo de marihuana desarrolla tolerancia, es decir, que en posteriores tomas inmediatas es necesario aumentar la dosis para conseguir los mismos efectos, los efectos de la abstinencia son muy leves en comparación con otras drogas, lo que permite revertir esa tolerancia y hacer que el consumo de marihuana sea controlable por el sujeto, siendo su potencial adictivo escaso.
Fumar cannabis es el método más perjudicial de consumo, ya que la inhalación de humo de materiales orgánicos puede causar problemas de salud diferentes. Cabe aclarar que estos riesgos se refieren exclusivamente al hábito de fumar cannabis, que es la forma de consumo más habitual, y no se aplican al consumo por ingestión ni por vaporización. Un estudio finalizado en 2007 concluyó que el humo de las hojas secas de esta planta reduce el número de las pequeñas ramificaciones en los pulmones responsables del transporte de oxígeno a la sangre y evacuación de sustancias nocivas, concluyen que por esto los fumadores de marihuana suelen poseer más flema, tos y suelen experimentar la sensación de que se les cierra el pecho.

Las revisiones sistemáticas de la literatura médica no han encontrado evidencia concluyente de la existencia de una relación entre el consumo de cannabis y el cáncer de pulmón. Mientras que un estudio realizado en Nueva Zelanda sugirió que los fumadores diarios de cannabis aumentan en un 8% por año el riesgo de sufrir cáncer pulmonar, superando el riesgo que supone consumir un paquete de cigarrillo al día en un año, otro estudio en que participaron 2.252 personas en Los Ángeles, encontró un riesgo 20 veces menor de padecer cáncer de pulmón en consumidores regulares de cannabis, que en aquellos que fumaban dos o más paquetes de cigarrillos al día. Algunos estudios también han encontrado que el consumo de cannabis moderado puede incluso proteger contra el cáncer de cabeza y cuello

La tolerancia social y estatal a su consumo varía también de un lugar a otro. Desde diversas instancias se viene reclamando la liberalización del consumo de cannabis.

A una crítica hacia los estudios que demonizan el cannabis, argumentando que los informes médicos presentados son sesgados e inexactos, y que sus efectos son en conjunto beneficiosos, se suma una corriente de opinión en la que destaca el escritor español Antonio Escohotado que afirma que su prohibición es un atentado contra la libertad de elección del ciudadano responsable y una forma de control estatal sobre el individuo.

La marihuana fue criminalizada en casi todo el mundo a comienzos del siglo XX. En Gran Bretaña, el cannabis fue ilegalizado en 1928 tras adherirse a la Convención Internacional del Opio que se acordó en Ginebra Suiza en 1925. En Estados Unidos, el 12 de agosto de 1930 fue creado el Federal Bureau of Narcotics. El mismo estaba bajo la dirección de Harry J. Anslinger. Este departamento creó leyes para penalizar la transportación, posesión y consumo de marihuana. Una de estas leyes fue el “Marihuana Tax Act” en 1937.

Para entender el porqué de la ilegalización, hay que tener en cuenta lo siguiente: existe la teoría de que fueron los esclavos africanos quienes trajeron a América la novedad de fumar Cannabis. No obstante, Richard Schroeder señala: «La explicación más verosímil es también la más sencilla. La marihuana cobró importancia cuando la enmienda constitucional número 18 y la Ley Volstead prohibió el alcohol. La marihuana era un sustituto barato y 'satisfactorio' del aguardiente, producía los mismos efectos 'estimulantes' y no era, en principio, ilegal.»

Durante la ley seca en los Estados Unidos «ser oficial de policía era una cosa agradable, recibías un salario relativamente decente, respeto, impunidad parcial ante la ley, y la oportunidad de recibir sobornos, si eras esa clase de persona». La prohibición del alcohol no sólo deja una década de fracasos interdictivos sino a un gran número de oficiales desempleados que no están dispuestos a abandonar su estilo de vida y presionan a su gobierno para que efectúe un reordenamiento en el Buró Federal de Narcóticos y Drogas Peligrosas.

En cuanto Harry J. Anslinger —sobrino político del Secretario del Tesoro Andrew Mellon— fue designado director, el Buró se dio a la tarea de articular una campaña nacional contra el nuevo enemigo. El mismo Aslinger relata en su libro Los Asesinos: «Por radio y en foros importantes relaté la historia de esta hierba maligna que crece en los campos, las márgenes de los ríos y orillas de los caminos. Escribí artículos para revistas, nuestros agentes dieron cientos de conferencias a padres, educadores y dirigentes cívicos y sociales. En transmisiones de televisión seguí denunciando el número cada vez mayor de crímenes cometidos, incluyendo el estupro y el homicidio.» Necesitaban asustar principalmente a los padres de familia y los maestros para convencer al país de que sus trabajos eran importantes.

Por si fuera poco, existe otro factor bastante interesante que el Reporte de la NCMDA no menciona: Durante la primera mitad de los años treinta la industria del papel de cáñamo comenzó a cobrar impulso. A tal grado que diversas revistas especializadas sostuvieron que en cuestión de unos años la cosecha nacional de cáñamo alcanzará el primer lugar, pero justo en esos años la compañía Dupont patentó el tratamiento químico de la pulpa de madera y decidió asociarse con una cadena de periódicos propiedad de William R. Hearst para la explotación de un nuevo tipo de papel. Con ello comenzó la época del "periodismo amarillo", llamado así porque, a diferencia del papel de cáñamo, el papel de pulpa de madera tratada con ácidos se torna amarillo al cabo de unos meses o años, dependiendo de la concentración. Aunque este nuevo papel resulta más barato, el de cáñamo es más resistente y duradero, no exige la tala de árboles y no daña la atmósfera con compuestos químicos peligrosos, por lo que muchos compradores continúan prefiriéndolo.

Al darse cuenta de que para monopolizar el mercado necesitaba sacar de la competencia a los productores de cáñamo, Hearst buscó el apoyo del banquero y Secretario del Tesoro, Andrew Mellon. Este otorgó su respaldo a la multimillonaria empresa y a partir de entonces los discursos de su sobrino Anslinger se vio complementado con la producción de un documental titulado Reefer Madness, algo así como "La Locura del Porro". El mensaje fue que «la yerba conduce a la demencia, el pillaje, la violación y el homicidio». La locura del toque cumplió con su cometido, logrando influir en la opinión pública y en 1936, sobre la base de que la marihuana y sus derivados se habían incluido ya en un convenio internacional, se elevó al Tesoro un proyecto de normatividad represiva, no sólo contra las partes psicoactivas del cáñamo, sino contra todo uso de la planta.

Aparte de los productores poco organizados, nadie más protestó. La mayoría de los americanos no sabían que el cáñamo y la marihuana son la misma cosa y nadie pudo asociar la diabólica hierba de México con las cuerdas con las que se amarraban los zapatos. Un año después se aprobó por unanimidad la Marihuana Tax Act y quedó estrictamente prohibido consumir cáñamo en territorio estadounidense. Su cultivo e importación para necesidades industriales y de defensa se someten a partir de entonces a la licitación del Departamento del Tesoro. «En lo sucesivo, y hasta 1971, todas las decisiones del Congreso sobre estupefacientes se aprobarían por absoluta unanimidad... la circunstancia muestra hasta qué punto cualquier gesto distinto al máximo rigor sería para los diputados y senadores un acto de lesa majestad electoralista y, por tanto, un suicidio político.»

Esta ley no estaba dirigida al uso medicinal de la marihuana sino a su uso recreativo. Pero esta ley hizo difícil el uso medicinal de la marihuana por la gran cantidad de papeles que se les requería a los médicos que la quisieran recetar a sus pacientes.

En 1942 en plena Segunda Guerra Mundial, el gobierno estadounidense publicó una propaganda con el lema "Hemp for victory" "Cáñamo para la victoria" dirigida por Raymond Evans. Era una campaña para que los agricultores cultivaran cannabis; el mismo gobierno que años antes la prohibía, se encargó de distribuir semillas a los habitantes agrícolas de esa época con el fin de creación de cáñamo textil.

Las leyes suelen contemplar penas por tráfico, cultivo o posesión para consumo propio. La dureza de las penas varía según el país. Los Países Bajos son el único estado de la Unión Europea donde se permite la venta, de una cantidad máxima de 5 gramos de marihuana y sus derivados en locales con licencia denominados Coffee shops cafetería. Lo paradójico es que los coffee shops no pueden comprar la marihuana legalmente, ya que el cultivo de esta no está legalizado en los Países Bajos, y tampoco la venta a los coffee shops.

Si bien en Argentina la tenencia de marihuana para consumo personal se encuentra tipificada como delito por la Ley Nacional Nº 23.737, la Corte Suprema de Justicia de la Nación, máximo tribunal del país, recientemente ha considerado inconstitucional condenar "la tenencia de estupefacientes para uso personal que se realice en condiciones tales que no traigan aparejado un peligro concreto o un daño a derechos o bienes de terceros".

En diciembre del 2013, el gobierno de Uruguay legalizó el comercio del cannabis, en la cual el estado regula y controla la venta.

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