jueves, 20 de marzo de 2014

AARU



La campiña o marisma de Aaru, era el lugar paradisiaco donde reinaba Osiris, y morada también de Ra Hor-Ajti, Seth, y otros dioses importantes, según la mitología egipcia.

El Aaru fue situado originalmente en los Textos de las Pirámides próxima a la campiña o marisma de las ofrendas o bendiciones, o dentro de la misma según otras tradiciones, la cual era localizada en la región del norte, donde las estrellas imperecederas o circumpolares. “Pon tu morada en la Campiña de las Ofrendas, entre las estrellas imperecederas". Posteriormente se localizó en el nordeste y también en el noroeste, y se describe como un campo eternamente fértil o una serie de islas cubiertas de cañas un campo de Juncos, similar al terrenal delta del Nilo: una zona de caza y pesca ideal. El lugar donde moraba Osiris también fue denominado, a veces, Campo de Ofrendas, Sejet Hetep en egipcio antiguo.

Solamente a los espíritus cuyos actos pasados terrenales conciencia y moralidad, representados por el corazón pesaban igual que el Maat la armonía cósmica, representada simbólicamente por una pluma les era permitido comenzar un largo y peligroso viaje al Aaru, para disfrutar placenteramente por toda la eternidad.

Pero la vida nueva que comienza después de un juicio favorable no es, al principio, mejor o más espiritual que la vida en la tierra. El justo sigue siendo un caminante en un viaje largo y difícil para lograr alcanzar la dicha y seguridad en los fértiles campos de Aaru.

En este viaje estaba expuesto a múltiples peligros y, para evitarlos, el espíritu del difunto dependía de la energía y conocimientos que hubiera adquirido en la vida pasada, y de las palabras mágicas registradas en el libro de los muertos.

Además necesitaba la ayuda proporcionada por los parientes y amigos que aún vivían en la tierra, pues eran ellos los que aseguraban la conservación de su cadáver para que él pudiera volver y utilizarlo como tumba indestructible, hogar y abrigo de su Ka, necesitando alimento y bebida para su sustento, rezos y sacrificios para su salvación, y perseverar su recuerdo inscribiendo en los muros de la tumba, o escribiendo en rollos de papiro, capítulos del libro de los muertos, introducidos entre los vendajes de su cuerpo momificado.

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