jueves, 27 de junio de 2013

VIAJE AL CENTRO DE LA TIERRA



Viaje al centro de la Tierra, Voyage au centre de la Terre, es una novela de Julio Verne, publicada el 25 de noviembre de 1864, que trata de la expedición de un profesor de mineralogía, su sobrino y un guía al interior del globo.

Guardado en el manuscrito original de la Heimskringla de Snorri Sturluson, que ha encontrado en la tienda de un judío, el profesor alemán Otto Lidenbrock descubre un pergamino con un texto cifrado; el autor es un sabio islandés del siglo XVI que afirma haber llegado al centro de la Tierra: Arne Saknussemm.

El profesor Lidenbrock pretende seguir los pasos de Saknussemm, y emprende una expedición acompañado por su escéptico sobrino Axel y el impasible guía islandés Hans.

El grupo ingresa por un volcán hacia el interior del globo terráqueo, en donde vivirán innumerables peripecias, incluyendo el asombroso descubrimiento de un mar interior y un mundo mesozoico completo enterrado en las profundidades, así como la existencia de iluminación de carácter eléctrico.

En esta novela, Verne utiliza uno de los inventos existentes en la época: la lámpara del minero, creada por los físicos franceses Dumas y Benoit a partir de la bobina de Ruhmkorff y del tubo de Geissler. Es infundada, pues, la idea de que fue el mismo Verne quien inventó esta fuente muy luminosa.

Axel describe a su tío Otto Lindenbrock, profesor de mineralogía, como un hombre temido por su fuerte carácter pero muy original. El profesor llama a su sobrino Axel a su despacho. Allí le enseña un manuscrito de gran valor. Dentro hallan un pergamino de origen rúnico. El profesor intenta descifrarlo y dice que nadie volverá a comer hasta descifrarlo. Axel es quien logra descubrir la clave del pergamino. Arne Saknussemm, un alquimista, dice cómo llegar al centro de la tierra. El profesor, eufórico, decide ir al lugar indicado en el pergamino junto con su sobrino Axel. Éste se niega, pues piensa que es una hazaña irrealizable, ya que la temperatura aumenta 1º por cada 60 pies de profundidad bajo la superficie del Globo. Pero el profesor decide que deben ir:

Axel está aturdido pensando en viajar con su tío al centro de la Tierra. Tiene miedo y no quiere ir, pero no tiene otra opción, y salen hacía el punto indicado en el pergamino: Islandia. Viajan en carruaje, en tren y en buque, y así llegan a Reikiavik, ciudad cercana al Sneffels, volcán por el que tendrán que introducirse para alcanzar el corazón terrestre.

Contratan a Hans, un guía que les acompañará a lo largo de su odisea. Equipados con víveres, herramientas, armas, instrumentos y un botiquín, emprenden el viaje hacia el volcán. Axel y su tío viajan montados en caballo, y el guía los precede a pie. La mayor preocupación de Axel es saber qué ocurriría si el volcán se despertase mientras ellos estuvieran dentro de él. Emprenden el asalto del Sneffels por caminos difíciles. La marcha es penosa, pero al fin alcanzan la cumbre del Saefellsjokull.

Comienzan el descenso dentro del cono del volcán. En el fondo del cráter, se abren tres chimeneas. Siguiendo las instrucciones dejadas por el alquimista en el pergamino, averiguan cuál de las tres chimeneas es por la sombra del pico Scartaris, que durante las calendas de julio acaricia la que conduce al centro de la Tierra. Por medio de una cuerda, se van deslizando y bajan así 2.800 pies en once horas. Allí improvisan una cama para dormir y recuperar fuerzas.

A la mañana siguiente, siguen hundiéndose en las entrañas del Globo dejándose caer por pendientes inclinadas, formadas por lava seca que tapiza el interior del cráter. Después de descender durante siete horas seguidas, deciden tomarse un descanso hasta las seis de la mañana siguiente. Descienden seis horas más y llegan al fondo de la chimenea, donde se encuentran con dos caminos. El profesor Lidenbrock decide tomar el del Este, y tal camino resulta ser el erróneo, pues al tercer día se quedan sin agua y han de retroceder para ir hacia el Oeste.

Esperan encontrar algún manantial y así coger agua para sobrevivir, pero no se oye ni un murmullo de agua. Hans, el guía que los acompaña, halla un torrente bajo las rocas. Perforan la piedra con las herramientas que llevan y consiguen agua, pero a 100º de temperatura; la dejan enfriar y de ese modo sacian su sed y llenan las cantimploras.

A la mañana siguiente, siguen su camino descendiendo y acercándose cada vez más al centro de la tierra. Axel se despista de su tío y de Hans, y se pierde en un laberinto a 30 leguas de la corteza terrestre. Desesperado, echa a correr sin rumbo y se golpea contra las rocas. Gracias a una caída providencial, llega sin sentido y ensangrentado a los brazos de su tío. Cuando vuelve en sí, ve que se encuentran junto a un mar: están en una caverna capaz de contener la cantidad de agua de un océano. Cerca de allí, hay un bosque de hongos y hallan esqueletos de animales.

Construyen una balsa, y de ese modo embarcan e inician una travesía con el fin de alcanzar nuevas salidas en las orillas opuestas. El viaje por mar se hace más largo de lo que pensaban. Durante la travesía se encuentran con monstruos marinos enormes, pero por suerte los animales están luchando entre ellos y no se percatan de la presencia de la balsa.

Axel y sus dos acompañantes continúan el viaje con su monótona uniformidad. Pasan al lado de un islote, llamado por ellos "Islote Axel", en el que hay un géiser de agua hirviendo a una temperatura de 163º.

Siguen su camino y les amenaza una tempestad, el viento sopla a una velocidad incalculable, los relámpagos no cesan, el calor aumenta. De repente ven un disco de fuego pasearse por el espacio a la velocidad de un huracán, y les arranca la vela con el mástil, y los tres amigos son arrastrados con gran rapidez hasta que la almadía choca con los arrecifes de la costa.

Axel y su tío se libran de la muerte gracias al guía, Hans, que los arranca del abismo tumbándolos en la arena de la playa.

Consiguen rescatar la pólvora, la brújula, el manómetro y alimentos para cuatro meses.

Con la ayuda de la brújula, comprueban su situación y ven que durante la tempestad han retrocedido en lugar de avanzar.

Furioso y desafiando todos los peligros, el profesor Lidenbrock dice que han de volver a la balsa para seguir el viaje, pero antes quiere inspeccionar el lugar donde habían llegado a la deriva.

Encuentran un esqueleto humano de la era cuaternaria y luego un cementerio de cuerpos fosilizados.

Siguen explorando el terreno y se alejan de la orilla del mar. Llegan a un bosque de vegetación de la era terciaria con palmeras, pinos, cipreses y helechos. Debajo de esos árboles ven agitarse unos animales gigantes y un ser humano con una cabeza del tamaño de un búfalo guardando aquel innumerable rebaño. Les parece imposible y piensan que podría ser una visión, pero huyen a gran velocidad hacia el mar, donde han dejado la balsa. En su huida encuentran un puñal que perteneció a Arne Saknussemm, el alquimista que 300 años atrás hizo ese mismo viaje al centro de la Tierra.

Según el tío de Axel, para llegar al centro del Globo aún tienen que bajar 1.500 leguas. Para seguir el viaje deben tomar una galería, pero una roca enorme obstruye la entrada y no les permite penetrar por ningún sitio. Optan por romper la roca con la pólvora que tienen. Preparan todo, encienden la mecha y se refugian en la almadía que tienen en la playa.

Se oye un estruendo: la explosión ha provocado una especie de terremoto, y el mar arrastra la balsa en su caída. Los tres exploradores se consideran perdidos. Se dan cuenta de que suben sin cesar, están en un pozo estrecho y el agua, recobrando su nivel, los empuja hacia arriba a una velocidad violenta, y les corta la respiración; el calor se hace insoportable.

Las paredes se mueven, los vapores se condensan... son los síntomas de una erupción, y están dentro de la chimenea de un volcán en actividad. De repente, un movimiento giratorio se apodera de la balsa, que se balancea sobre las olas de lava en medio de una lluvia de cenizas, y salen disparados por el abrasador orificio del cráter.

Cuando Axel abre los ojos, comprueba que se hallan al aire libre, en la superficie de la tierra.

Están en Estrómboli, Italia, en pleno Mediterráneo. Habían entrado por un volcán, el Saefellsjokull, y han salido por el Estrómboli situado a más de 1.200 leguas del primero. Un cono de prodigiosa altura, coronado de humos, se divisa hacia el poniente: es el Etna.

Axel y su tío regresan a casa. La noticia de su viaje al centro de la Tierra se había propagado por todas partes, pero nadie se había creído semejante aventura. No obstante, la presencia de Hans y varios informes llegados de Islandia cambian la opinión pública.

El profesor Lindenbrock y Axel pasan a ser hombres famosos, y Hans regresa a su tierra natal de Islandia.

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