jueves, 20 de junio de 2013

TERCER REICH O NAZISMO



La Alemania nazi o nacionalsocialista fue el periodo de la historia de Alemania comprendido entre 1933, año de la llegada al poder del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán de Adolf Hitler, y 1945, año de la derrota del país en la Segunda Guerra Mundial, que tuvo como consecuencia el final del régimen.

Utilizando la propia terminología nazi, se emplean también los nombres Tercer Reich, Gran Reich Alemán o III Imperio Alemán para aludir a esta etapa.

El término nazi es la apócope de nacionalsocialismo en alemán. Esta ideología fue institucionalizada en el Partido nacionalsocialista obrero alemán, en alemán Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei, NSDAP, también conocido como partido Nazi.

El Tercer Reich es el período y se utiliza como sinónimo para la Alemania nazi. El término fue introducido por la propaganda nazi, que contaba al Sacro Imperio Romano Germánico como el primer Reich o imperio, al Imperio alemán de 1871 como el segundo y a su propio régimen como el tercero. Esto se hizo para sugerir una vuelta gloriosa de la Alemania anterior tras la República de Weimar instaurada en 1919 y que, sin embargo, nunca fue disuelta oficialmente por el nuevo régimen. Desde 1939, sin embargo, los propios nazis evitaron utilizar la expresión «el Tercer Reich», desde 1943 prefirieron llamarlo «Gran Reich alemán» Grossdeutsches Reich, con el objeto de aludir a la considerable expansión de sus fronteras que se produjo en 1939 y 1940.

El partido Nazi procuró combinar símbolos tradicionales de Alemania con símbolos del partido Nazi, siendo un símbolo único, la esvástica, el más representativo del régimen, en un esfuerzo por afianzar la idea de unidad entre sus ideales y Alemania.

Desde una perspectiva internacional, el nazismo había tomado una parte de la base ideológica del fascismo que se desarrolló originalmente en Italia con Benito Mussolini. Ambas ideologías participan del uso político del militarismo, el nacionalismo, el anticomunismo, el antisemitismo, la aprobación de la violencia como método político y el empleo de fuerzas paramilitares como apoyo del régimen, y ambas estaban destinadas a la creación de una dictadura dirigida por el Estado. Los nazis, sin embargo, estaban mucho más centrados en el tema de la «Pureza racial» que los fascistas en Italia. Los nazis tenían también la intención de crear un Estado totalitario por completo, a diferencia de los fascistas italianos, que permitieron un mayor grado de libertades privadas para sus ciudadanos, aunque sin tolerar disidencia alguna. Estas diferencias posibilitaron, por ejemplo, a la monarquía italiana seguir existiendo bajo el régimen fascista, así como conservar algunas competencias oficiales.

La naturaleza totalitaria del partido nazi fue uno de sus principales postulados. Los nazis sostenían que absolutamente todos los grandes logros en el pasado de la nación alemana se asociaban con los ideales del nacional-socialismo, incluso antes de que la ideología oficial existiera, mientras que todas las creaciones culturales como la literatura, la música, la pintura, la historia y las ciencias exactas debían quedar sujetas a la censura del partido Nazi, quien dictaba lo que todo alemán debía aceptar y creer, controlando cada aspecto de la vida de la población alemana, incluyendo jóvenes y niños. A la vez, la propaganda nazi buscaba la consolidación de los ideales nazis y los éxitos del régimen del «Líder» o Führer, Adolf Hitler, quien fue retratado como el presunto genio detrás del éxito del partido nazi de Alemania y salvador de la nación, así como líder supremo a quien no debía cuestionarse. Hitler tuvo la capacidad de captar la atención del público a través de sus poderosos discursos y esto le ayudó a ganar un culto a la personalidad por parte de sus seguidores.

Para intimidar al Estado alemán y a los otros partidos políticos, el partido nazi dependía de una fuerza paramilitar, las Sturmabteilung, SA o «Tropas de asalto» que se utilizaba principalmente para atacar a la oposición de izquierda, a los demócratas, a judíos y otros grupos minoritarios o de oposición. La violencia de las SA causó antes de 1933 un clima de temor en las ciudades. Las SA también contribuyeron a atraer a un gran número de jóvenes desempleados y alienados al Partido Nazi.

Los nazis hicieron suyo el concepto de Grobdeutschland, o la «Gran Alemania», y consideraron que la incorporación de los pueblos germánicos en una sola nación era un paso de vital importancia para su éxito y prosperidad, sin importar que para ello se atacase a otras naciones: ello se justificaba en la doctrina del «Espacio vital» Lebensraum, donde los nazis afirmaban que Alemania necesitaba supuestamente más territorio para desarrollarse plenamente y, por ello, invocaban el presunto derecho de Alemania de agredir a otras naciones para obtener más territorio.

Con esta idea el régimen nazi exigió concentrar en un solo Estado, el Tercer Reich a todos los individuos de «Etnia alemana» de Europa, aún cuando estuvieran dispersos en otros países. En contraposición, la presencia de población de origen germano era un pretexto nazi para aumentar el territorio de Alemania: así sucedió con la anexión de Austria en el Anschluss o la destrucción de Checoslovaquia tras los Acuerdos de Múnich, en el primer caso con el objetivo de unir a dos naciones del mismo origen étnico, y en el segundo con el pretexto de «Proteger a la minoría étnica alemana» que vivía en territorio checo. Finalmente esta ideología llevó al extremo de proyectar la colonización de extensas áreas de Polonia, Rusia y Ucrania con campesinos alemanes, para lo cual se esclavizaría a las poblaciones nativas y luego se exterminaría o deportaría a los individuos «Excedentes».

El racismo era un aspecto importante de la sociedad y la política en el Tercer Reich, determinando la persecución y asesinato de los alemanes de origen judío, y luego de otras minorías étnicas como los gitanos. Los nazis también combinaron el antisemitismo con su «Lucha contra la ideología comunista» y consideraron que el movimiento de izquierda, así como el capitalismo de mercado, eran la labor de una «Conspiración de los judíos», como justificación al exterminio de dicha etnia. Se refirieron así a este movimiento con la terminología «revolución judío-bolchevique de subhumanos». Esta clase de ideas se manifiesta en el desplazamiento, internamiento y, más tarde, el exterminio sistemático de un número estimado de 11 a 12 millones de personas. Aproximadamente la mitad de estas víctimas que murieron a lo largo de la Segunda Guerra Mundial fueron judíos, en lo que es históricamente recordado como el Holocausto, Shoah, y otro grupo enorme de 100.000 a 1.000.000 de gitanos, que fueron asesinados en el Porraimos u «Holocausto de los gitanos». Otras víctimas de la persecución nazi incluían comunistas, socialistas, anarquistas, republicanos españoles, negros, opositores políticos en general, homosexuales, disidentes religiosos como los Testigos de Jehová, clérigos protestantes que rechazaban la ideología violenta del régimen, y masones.

Después de su derrota en las elecciones de 1932, el NSDAP promovió una ola de revueltas y violencia callejera que llevó al débil e inestable gobierno al colapso. El jefe de Estado, Paul von Hindenburg, fue presionado a pactar con Hitler, quien fue nombrado canciller alemán el 30 de enero de 1933. Una vez en el cargo, Hitler decretó nuevas elecciones en medio de una intensa propaganda nazi. Poco tiempo después de los comicios, el edificio del Reichstag fue incendiado. Entonces Hitler culpó a los comunistas, sugiriendo que el incendio era el comienzo de una revolución  sembró el pánico con el objetivo de obtener un mayor caudal electoral. Finalmente, las elecciones le otorgaron el control del Parlamento, el que poco después aprobaba una ley que establecía una dictadura a través de medios democráticos.

Hitler impuso desde entonces un gobierno centrado alrededor de su figura, basado en el principio del líder o Führerprinzip. Según este principio político, el Führer quedaba identificado con el pueblo «Era» el pueblo, y sólo él conocía y representaba el interés nacional. Esta representación del pueblo por el líder era esencial: no suponía ningún procedimiento de consulta y delegación del poder. El Führerprinzip, sostenían sus ideólogos, reemplazaba a un gobierno irresponsable e impotente, el parlamentario, por otro poderoso y en el que la responsabilidad recaía en una sola figura. Así, la voluntad del Führer se transformaba en la ley. La aplicación de este principio resultó en formas totalitarias de control y represión, ya que cualquier oposición a los designios del Führer era, por definición, antinacional.

El antisemitismo jugó un papel importante dentro de la doctrina nazi. A la raza aria como símbolo perfecto de todo lo puro en Alemania se le contraponía la perversión de la raza judía, enemiga del género humano. Los judíos fueron presentados por Hitler como chivo expiatorio por la derrota alemana en la Primera Guerra mundial. La propaganda nazi se encargó de difundir toda una serie de películas de cine como El judío Sub y El judío eterno, panfletos y demás publicaciones que lograron reverdecer el latente antisemitismo de la población. A medida que los nazis fueron ganando poder, los judíos se vieron cada vez más perseguidos hasta culminar en el genocidio conocido como Holocausto o Shoá.

En su obra Mi lucha "Mein Kampf" Hitler había escrito: «Los alemanes tienen el derecho moral de adquirir territorios ajenos gracias a los cuales se espera atender al crecimiento de la población» Hitler establecía la necesidad de acabar con la desproporción entre la población alemana y la superficie territorial que ocupaba.

La idea no se limitaba a restaurar las fronteras anteriores al estallido de la Primera Guerra Mundial de 1914, sino que además se pretendía conquistar nuevas tierras al Este. No sólo para asegurar el sustento a la población, sino, y sobre todo, para garantizar su supervivencia, a expensas de las «Razas inferiores», en este caso la raza eslava. De esta manera, la biología se convertía en determinante de los valores fundamentales de la comunidad nacional.

Hitler incrementó el Lebensraum espacio vital a través del Anschluss anexión con Austria y la ocupación de los Sudetes Checoslovaquia en 1938, y luego por medio de la invasión de Polonia en 1939, que motivó el estallido de la Segunda Guerra Mundial.

El expansionismo nazi alemán alcanzó su punto culminante cuando Alemania invadió a la Unión Soviética en 1941, ocupando Ucrania, Bielorrusia, Letonia, Lituania, Estonia y la mitad occidental de la Rusia europea.

A principios de 1945, las fuerzas soviéticas rodeaban Berlín y los estadounidenses y británicos habían tomado la mayor parte de la Alemania occidental. Las tropas soviéticas en movimiento hacia el oeste se reunieron con las tropas aliadas que se desplazaban hacia el este en Torgau, a orillas del río Elba, el 26 de abril de 1945Cohen. Con Berlín sitiado, Hitler y los otros miembros clave del régimen nazi se vieron obligados a vivir en la clandestinidad, refugiados en el Führerbunker, mientras que la superficie de Berlín fue constantemente bombardeada por el Ejército Rojo. Encerrado en su búnker subterráneo, Hitler se encontró cada vez más aislado y separado de la realidad, mostrando signos de trastorno mental cada vez más frecuentes, como accesos de ira e infantiles rabietas cuando se le informaba de la difícil situación que afrontaba el resto del Berlín alemán y las fuerzas armadas que allí se encontraban. En un ataque de ira durante una reunión con los comandantes militares se dice que Hitler comenzó a considerar la posibilidad de suicidarse, pues tuvo que reconocer que Alemania ya no podía ganar la guerra.

Berlín fue finalmente rodeado y cortadas las comunicaciones entre la capital y el resto de Alemania. A pesar de la evidente derrota total, Hitler se negó a renunciar a su poder o a entregarse. Sin comunicaciones procedentes de Berlín, Hermann Goring envió un ultimátum a la capital pidiendo asumir el régimen nazi en abril, pues consideraba que Hitler había quedado incapacitado como líder. Al recibir el mensaje, Hitler ordenó airadamente la detención inmediata de Goring e hizo que un avión entregase el mensaje a Göring en Baviera. Más tarde, el Reichsführer-SS Heinrich Himmler, comenzó en el norte de Alemania a comunicarse con los Aliados occidentales en busca de una paz negociada. Hitler, una vez más, reaccionó violentamente a estos intentos y ordenó la detención y ejecución de Himmler. Dada la nula intención de rendirse por parte de Hitler, los intensos combates callejeros continuaron en las desgarradas ruinas de Berlín; los restos del ejército alemán, las juventudes hitlerianas y las Waffen-SS se batían con el Ejército Rojo. Esta batalla se conoce como la Batalla de Berlín. Las fuerzas alemanas y soviéticas sufrieron graves pérdidas, llegando los alemanes a reclutar a un gran número de niños y ancianos para defender las bolsas de territorio berlinés todavía no controladas por el Ejército Rojo. El 30 de abril de 1945, asolada la ciudad por la cruel batalla, Hitler se suicidó en su búnker subterráneo. Dos días después, el 2 de mayo, el general alemán Helmuth Weidling se rindió incondicionalmente al general soviético Vasili Chuikov.

Hitler fue sucedido por el Gran Almirante Karl Donitz como Presidente del Reich, mientras que Joseph Goebbels fue nombrado Canciller del Reich, suicidándose tan sólo un día más tarde. Sin embargo, nadie asumió el cargo de Führer. El gobierno de Dönitz, establecido cerca de la frontera danesa, solicitó sin éxito una paz con los Aliados occidentales. Entre el 4 y el 8 de mayo de 1945, el resto de las fuerzas armadas alemanas 2,5 millones de hombres se rindieron incondicionalmente en toda Europa, Alemania Instrumento de Entrega, 1945. Finalmente el mariscal Wilhelm Keitel capituló oficialmente ante el mariscal ruso Gueorgui Zhúkov el 9 de mayo de 1945. Era el fin de la Alemania Nazi y del tercer Reich.

 

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