miércoles, 12 de junio de 2013

MESOPOTAMIA



Mesopotamia significa “Entre ríos” y se llamó así porque se dio entre los ríos Tigris y  Éufrates del griego, meso: "Medio", Potomo: "Río", "Entre ríos". Por su suelo laborable, ricos en limo, especialmente en el sur, que al ser depositado en la desembocadura de los ríos, transformaba a la región en un espacio ideal para la agricultura, posibilitando la instalación de variados pueblos cuyo aporte conjunto dieron origen a una brillante civilización.

Es una zona de fácil acceso desde África, Asia o Europa, por lo que se convirtió en un lugar de paso de variados pueblos. La civilización mesopotámica fue claramente distinta de la egipcia. Su historia política se caracterizó por interrupciones más violentas. Su composición racial era menos homogénea y su estructura social y económica dejaba un campo ancho a la iniciativa individual.

Se dividía en dos regiones: Alta Mesopotamia o Asiria, situada al norte y habitada por los asirios, y Baja Mesopotamia o Caldea, al sur y habitada por los sumerios y acadios.

No formaron un Imperio centralizado desde el punto de vista político, sino que fundaron una serie de ciudades-estado.

Ciudades-Estado: Cada ciudad-estado era un pequeño señorío, gobernado por un jefe político y religioso, quien además de ser considerado el representante del dios de la ciudad, poseía amplias atribuciones como ser el encargado de proteger el templo, controlar la economía, velar por la paz y administrar justicia.
Las ciudades-estado más importantes de los sumerios fueron: Ur, Uruk, Nippur, Lagash y Kafajah.
La sociedad mesopotámica Se conoce la estructura social de Mesopotamia por el Código de Hammurabi. Se dividía en los libres y los esclavos.
Entre los libres existían varios grupos sociales:
Nobles: Esta clase estaba integrada por el rey, la nobleza constituida por los funcionarios importantes y los sacerdotes. La autoridad máxima era la del rey, a quién se suponía de origen divino, es decir se pensaba que provenía de los dioses, de los cuales recibía su poder.

El rey debía ocupar el rol de representante de los dioses en la tierra, y por ello era el primer sacerdote del imperio; además, el rey era el jefe del ejército y del aparato administrativo. Para realizar sus funciones se rodeaba con una serie de consejeros que lo secundaban.


Por debajo de la autoridad del rey se ubicaba un grupo de dirigentes locales que ocupaban cargos administrativos; se repartían entre los ancianos de las ciudades. Estos consejos de ancianos eran los encargados de poner en práctica el código de Hammurabi, que se utilizaba para reglamentar la justicia, la repartición de la tierra y para procurar el bienestar del pueblo.
Entre los asirios la nobleza estaba formada por los grandes jefes militares. Su riqueza estaba basada en la tenencia de grandes extensiones de tierra.
Comerciantes: Ocupaban una posición privilegiada y destacada en la sociedad. Su riqueza era obtenida por el intercambio con otras regiones distante de las ciudades-estado.
Artesanos: Ofrecían su trabajo y servicios al rey o al templo. Muchos de ellos rendían servicios particulares.
Agricultores: Eran el grupo social más numeroso. En los primeros años ofrecían sus servicios sólo para el templo. Más adelante, con la otorgación y donación de parcelas de parte del rey fueron trabajando para ellos, así, de esta manera surge la propiedad privada.
Esclavos: En Mesopotamia eran más numerosos que en Egipto. No tenían derecho alguno y eran propiedad tanto del Estado como de los ciudadanos ricos. Estaban conformados por los prisioneros de guerra y por los ciudadanos pobres que debían venderse a si mismos junto a sus familias para pagar sus deudas.
La unidad básica de la sociedad mesopotámica era la familia y solamente los aristócratas y los hombres libres podían contraer matrimonio; aunque el matrimonio era considerado un acuerdo de tipo económico para aumentar el poder y la riqueza de las familias.

Las mujeres de Mesopotamia poseían algunos derechos civiles, e incluso les estaba permitido tener propiedades y realizar negocios. Se permitía el divorcio en las situaciones en que las mujeres no podían dar hijos a sus esposos.
Si bien la prosperidad dependía del esfuerzo comunitario, dos ocupaciones eran vitales: la agricultura y el comercio. También  se dedicaban a la ganadería y a la artesanía.  La tierra era propiedad del Estado, aunque también existían propiedades particulares.
La agricultura era la base de la economía de Mesopotamia que generaba excedentes de alimentos, y que sólo era posible con la ayuda del riego artificial. Los sumerios, al asentarse en la región, construyeron una red de canales con tanta perfección que aún sirven como modelo para las autoridades agronómicas del actual  Irak. Estos canales aumentaron la superficie de cultivo y posibilitaron el desarrollo de la civilización. Los habitantes de las ciudades que surgieron cuidaron los canales y se disputaron las aguas fluviales, vitales para su economía.
Los productos de cultivo más importantes que obtuvieron fueron los cereales, como el trigo y la cebada, y los frutos de la palmera, las legumbres, además de olivos, palmeras y vid. La ganadería se dedicaba a la cría de ovejas, cabras y caballos. Sin embargo no tenían madera, piedras ni metales como cobre, oro y plata, todo lo cual era traído desde otros lugares, como Arabia y la India, maderas, marfil, cobre, oro y piedras semipreciosas, de Siria: madera de cedro y ciprés y de Asia Menor: cobre y plata.
Los sumerios desarrollaron un activo comercio basado en el trueque, que consistía en el intercambio de bienes de acuerdo a las necesidades de las partes, ya que no conocían la moneda. Sí tenían elementos que utilizaban como medidas de valor, por ejemplo lingotes de metal sellados o cantidades concretas de cereales.
El control económico de las ciudades-estado estaba en manos del Patesi, el señor, que administraba por medio de funcionarios del templo, sacerdotes, ya que era en torno al templo, donde, además de ser el lugar en el que se realizaban las ceremonias religiosas, se concentraban los intercambios comerciales, era el centro de administración de tierras y del sistema de riego, y era el lugar de reunión de los artesanos.
Por lo tanto, el templo tenía una vida animada, allí se almacenaban los granos, se rendían los tributos y reposaban las caravanas comerciales. También allí se radicaban la administración de justicia y la educación. Además, el templo otorgaba préstamos a personas necesitadas
Posteriormente, los príncipes se independizaron del templo y erigieron su propio palacio; las funciones económicas pasaron entonces a los príncipes.
La organización económica de Mesopotamia, a semejanza de la egipcia, era tributaria. Se exigían impuestos diarios y excepcionales. Para evitar el fraude, las autoridades llevaban a cabo un cálculo de las cosechas y las controlaban por medio de comisiones especiales, integradas por funcionarios del templo, escribas y vecinos.
La religión de Mesopotamia era politeísta y sus rasgos fundamentales fueron desarrollados por los sumerios, quienes agrupaban a sus dioses en tríadas. Creían que su mundo estaba controlado por dioses y diosas, demonios y monstruos que fueron creados por los dioses con cuerpo humano y cabezas de animales.
Habían cientos de dios que eran responsables por todo en el mundo pero sus máximas divinidades eran Anu, Rey de la creación, Enlil, Señor de los hombres y Ea, Dios de las aguas, a quien se atribuye la creación de todos los dioses, del mundo, de los hombres y de la organización política.
Cada ciudad tenía su dios titular, y cuando una de ellas lograba imponer su supremacía sobre las otras, el dios local derivaba hacia lo nacional. Tal es el caso de Marduk, dios de Babilonia, el cual se impone sobre las otras divinidades locales.
Para los mesopotámicos la naturaleza humana era a la vez terrenal y divina, ya que el espíritu del hombre sobrevivía a la muerte y habitaba como una sombra triste, sin distinción de culpabilidad, en el reino de los muertos. El destino de los hombres era servir a los dioses y a sus templos, para que éstos quedaran liberados de todo trabajo material. De este modo, el hombre no era considerado como un fin en sí mismo, sino como un medio para la vida de la divinidad.
La religión mesopotámica puede ser considerada como mágica, ya que los sacerdotes eran adivinos hereditarios que predecían el porvenir, interpretaban oráculos, explicaban los sueños, practicaban la astrología y ofrecían sacrificios.
El templo era llamado zigurat, eran unas pirámides escalonadas de las que han quedado algunos vestigios. Algunos los consideran enormes altares. Lo más probable es que fueran sede de los ritos hierogámicos en los que la sacerdotisa se unía a la divinidad, representada por el rey o el sumo sacerdote. Desde la cima de los zigurat es muy probable que los magos y adivinos observasen las estrellas.
En las primeras civilizaciones era frecuente la celebración de rituales que señalaban el inicio y el final de la siembra, el comienzo de una guerra o el cambio de las estaciones. En ellos se destacaba la actividad de uno o varios dioses.
Uno de los ritos más conocidos y populares fue el rito de Año Nuevo. Se celebraba en primavera a las afueras de la ciudad, en el campo, ya que era una fiesta relacionada con la agricultura. Su duración era de once o doce días y en cada uno de ellos el sacerdote principal practicaba un rito determinado, como, por ejemplo, pedir a los dioses que en la ciudad hubiese abundancia. También era la época en la que se recibía a los nuevos sacerdotes.
Durante estos días, el rey daba su cetro, su corona y su maza de combate a la estatua del dios principal de la ciudad. Con esto quería decir que cedía al dios el control directo de su pueblo.
En estos rituales abundaban los gestos y oraciones que pretendían asegurar el buen funcionamiento de todo el universo
El mito del diluvio aparece universalmente difundido y, con la excepción del continente africano, encontramos sus vestigios en todas las religiones del mundo. Es probable que catástrofes diluviales auténticas dieran lugar a estos relatos fabulosos, sobre todo si se tiene en cuenta que una de las primeras versiones procede de Mesopotamia, zona afectada periódicamente por las inundaciones de los ríos Tigris y Éufrates.
También se asocia a Mesopotamia el  relato bíblico de la Torre de Babel, por la similitud de los zigurat.
 

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