viernes, 21 de junio de 2013

LOS VITRALES



Un vitral o vidriera policromada es una composición elaborada con vidrios de colores, pintados o recubiertos con esmaltes, que se ensamblan mediante varillas de plomo.

Los vitrales ya eran usados en los templos de la época románica pero llegan a su apogeo en la arquitectura gótica y van generalizándose desde el siglo XIII. Presentan en este siglo, como en el anterior, la forma de mosaico en el fondo, con varios compartimentos o medallones de figuras en serie de arriba abajo, representándose en cada uno algún asunto religioso, histórico o simbólico, pero sin llevar más de un color cada fragmento de vidrio salvo el esmalte de color gris o negruzco que se añade para trazar algunos perfiles y contornos de figuras. En el siglo XIV, dichos compartimentos se hacen de mayor tamaño, lo mismo que las figuras, las cuales se van situando aisladas dentro de su ojiva y debajo de un doselete y se tiende a imitar con ellas algo mejor el natural, añadiéndoles el claroscuro de esmalte gris y a veces el color amarillo mediante el amarillo de plata. En el siglo XV y principios del XVI, las imágenes son todavía mayores y están como encerradas en templetes góticos, erizados de torrecillas y además de los colores gris y amarillo, añadidos por el esmaltado del vidrio, se introduce a veces el color encarnado, también por el mismo procedimiento y se usan vidrios dobles, incoloro uno y coloreado el otro para modificar el color del fragmento respectivo.

En el siglo XVI, se elaboran vitrales de una pieza con vidrio incoloro, pintándolas con esmalte gris, grisallas y a mediados del mismo siglo se inventa el modo de esmaltar de diferentes colores un trozo cualquiera de vidrio, lo que dio por resultado el disponer de vitrales como si fueran lienzos o tablas de pintura economizando así muchos accesorios de plomo para armar las piezas. Esta clase de vitrales mucho menos transparentes y brillantes que los de la época anterior, pertenecen ya al estilo renacentista y se distinguen, además de lo dicho, por la soltura y libertad con que aparecen las figuras desligadas de templetes y combinadas con escudos heráldicos, etc.

Entrado ya el siglo XVII, van sustituyéndose por mosaicos geométricos de vidrios de colores los hermosos vitrales precedentes, desapareciendo así el verdadero arte que tanto brilló en la Edad Media.

Los vitrales historiadas de los siglos XVII y XVIII son sumamente escasos. En el XIX, se imitan las obras de los anteriores con variados gustos, desde el románico del siglo XII al del renacimiento del XVI.

En España, destacan por su antigüedad y mérito los siguientes:

Los vitrales de la catedral de León, pertenecientes a todas las épocas del estilo ojival, con otros del siglo XV en las catedrales de Toledo, Burgos, Ávila y Barcelona.
 
Del siglo XVI, son notables los de Sevilla y Oviedo y tampoco carecen de interés cuatro vitrales de la iglesia principal de Cervera, Lérida.
Del siglo XVII, se encuentran algunos de las catedrales de Sevilla y Segovia.
Se consideran como los mejores del mundo los vitrales de la catedral de Chartres, seguidos de los de París, Estrasburgo, Colonia, etc. del siglo XIII.

El arte de los vitrales se desarrolló en las iglesias de la Isla de Francia ya durante el románico: en el coro gótico de la catedral de Le Mans con sus vitrales del siglo XII que contienen representaciones de las artes y oficios, y el vitral románico de la Ascensión del siglo XII, el más antiguo de Europa en un edificio religioso, en las catedrales de Sens o de Sant Pedro de Poitiers, con su vitral de la Crucifixión y en la Basílica de Saint-Denis en París con sus vidrieras de la infancia de Jesús, el árbol de Jesse, etc., se dan los ejemplos más destacados de este arte durante la transición del románico al gótico. Estos vitrales tienen una gama cálida y brillante, sus composiciones siguen las leyes del encaje superficial en series de motivos geométricos equivalentes como: medallones, lóbulos, etc. Universidad de Pittsburg en Estados Unidos.

Los vitrales, por el lugar que ocupan en las iglesias y catedrales serán, en la Francia del siglo XIII, la verdadera Pintura Gótica. Los vitrales sustituyen allí a la pintura mural que se había desarrollado ampliamente durante el periodo románico pero que en el gótico quedó como un arte complementario. El arte de los vitrales se convierte en el arte hegemónico del color y del dibujo, toma las funciones simbólico-docentes de la pintura mural con sus completos programas iconográficos que hicieron converger a la mayor parte de los talleres y centros artísticos europeos, principalmente de Francia, en el dibujo de los cartones que es el paso previo para la realización de un vitral.

La catedral gótica evoca la imagen de la Jerusalén celeste y constituye la obra colectiva de los habitantes, burgueses de las ciudades de la Baja Edad Media. Cada nueva generación de albañiles y artesanos, al tomar el relevo de la generación anterior, hará avanzar la construcción del presbiterio o de las capillas laterales y del crucero. Cada nueva iglesia o catedral hará sus naves más altas que las anteriores, suprimiendo progresivamente el muro de fábrica o muro de carga y sustituyéndolo por lo que se ha denominado el «muro translúcido», es decir, por los amplios ventanales con vitrales de color que proporcionan al interior de las iglesias y catedrales una atmósfera cálida, coloreada e irreal donde los fieles pueden sentirse seguros al amparo de la Iglesia mientras contemplan la «Luz de esencia divina» tal como decía el abad Suger que fue quien impulsó la construcción de los vitrales del coro de la Basílica de Saint-Denis de París, mediado el siglo XII.

El arte de los vitrales domina sobre las demás técnicas de pintura a las que impone sus leyes: la composición enmarcada en medallones, nichos u otros compartimentos, los colores vivos y saturados, las formas delimitadas y precisas, etc.; son pautas estéticas que hallamos también en las ilustraciones de libros y miniaturas ampliamente difundidas por Europa. Este predominio del vitral tiene su excepción en Italia, donde la tradición muralista no se había interrumpido desde la antigüedad, o en otros lugares que como Cataluña acusaban desde el románico las influencias italianas.

Sus temas son tomados del Antiguo y Nuevo Testamento, las historias de la Virgen María y de los santos así como las representaciones de las actividades gremiales o escenas de la vida cotidiana, las cuales, progresivamente suben también a lo alto de los vitrales de las catedrales.

Al avanzar el estilo se modificó la técnica con una nueva gama de color basada en los fondos incoloros o grises, en los tonos quebrados y los temas más humanizados. La invención del color amarillo de plata llevará al arte de los vitrales, durante el siglo XIV, a un preciosismo dorado y a una ligereza que constituye su culminación.

Un recorrido por las iglesias y catedrales con los vitrales más destacados se ha de iniciar por la Catedral de Chartres, en Francia ya que sus vitrales constituyen el más bello y así mismo el conjunto de vitrales mejor conservado de Europa. Comprende 146 ventanas con 1359 temas de los cuales el vitral de "Notre-dame de la Belle-Verrière" es el más famoso. También son destacados los vitrales de San Eustaquio, los rosetones y la vidriera de colores del zodíaco.

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